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Opinión

El análisis político de la semana de Vicente Montes: El presupuesto: números y símbolos

La negociación de las cuentas para 2026 se convierte en una batalla ideológica

¿Es Foro un aliado recuperable?

El Gobierno regional inicia el camino de la negociación presupuestaria sobre arenas movedizas. Habitualmente, esa discusión previa entre el Ejecutivo y los partidos (cuando su apoyo resulta necesario para aprobar las cuentas) se centra en las reclamaciones concretas: inversiones, refuerzos en determinadas partidas o compromisos específicos con algunos concejos. Esta vez, sin embargo, la negociación trasciende las cifras y se adentra en el terreno de lo simbólico. Se entrecruzan debates, se confunden los papeles y se complica el relato.

La clave está en los impuestos. El Principado se vio obligado, en cierta medida, a reformar los tipos del IRPF. Cataluña era hasta marzo la comunidad con mayor esfuerzo fiscal para las rentas más bajas; la segunda, Asturias. Pero aquel mes el PSC pactó con ERC una reforma que rebajaba un punto el tramo más bajo (equiparándolo a otras comunidades) y simplificaba la escala, de nueve a ocho tramos.

Esa decisión convirtió a Asturias en la comunidad donde más tributaban las rentas modestas. ¿Cómo podía ocurrir eso en un Gobierno de izquierdas? De inmediato, el Principado anunció una rebaja del IRPF, negociada con IU. El socio introdujo un "toque" compensatorio: limitar la bajada a las rentas de hasta 50.000 euros, subir el tipo a partir de 175.000 y añadir medidas para los grandes tenedores de vivienda. IU quiso ir más allá (elevar el tramo de compensación desde los 120.000 euros), pero el PSOE no lo aceptó.

El Gobierno aprobó la propuesta y la remitió a la Junta, aunque los plazos han hecho coincidir su tramitación con el debate presupuestario.

El Ejecutivo necesita ahora a la diputada del grupo mixto Covadonga Tomé para sacar adelante las cuentas, porque las puertas con Foro, otrora entreabiertas para alianzas presupuestarias, parecen cerradas. Tomé, consciente de que su voto es imprescindible, aspira a dejar su sello tanto en el Presupuesto como en el modelo fiscal, una de las cuestiones que definen el tono político de un Gobierno. Sus exigencias, no obstante, rebasan los límites que el PSOE había pactado con IU dentro del Ejecutivo. Y ahí surge la grieta: ¿vale más ser aliado dentro del Gobierno o estar fuera y ser decisivo?

En este punto, el debate presupuestario, sin entrar siquiera en el detalle de las partidas, ha pasado a ser una cuestión de definición política. Lo que acabe ocurriendo dependerá de cuánto acepte el Ejecutivo de las demandas fiscales de Tomé. Los empresarios, firmes en su defensa de una rebaja impositiva, ya han hecho sonar el silbato.

Si se midiera en dinero contante, el alcance del debate sería mínimo frente a las grandes cifras. Pero su valor simbólico y político pesa mucho más.

Quizá el Gobierno eche de menos su antigua relación con Foro, de la que surgió la llamada "vía fiscal asturiana", basada en pactar desgravaciones, no en imponer nuevas cargas. ¿Cabe recuperar el diálogo con Adrián Pumares si la negociación con Covadonga Tomé se encalla? De momento, Foro sigue en la mesa, y eso ya es un mensaje. Habría mucho que limar, porque la desconfianza es alta. El problema es que los foristas orientarán buena parte de sus reclamaciones hacia Gijón, si aceptan jugar la partida. ¿Aceptarían eso los socialistas gijoneses?

A dos años de las elecciones, hasta el matiz más leve se convierte en trazo grueso. El Gobierno quizás pueda ganar estabilidad parlamentaria, pero perder confianza económica.

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