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Opinión

Retrato de la gente puagggg

Da igual las vueltas que le des. Algunas cosas nunca podrás entenderlas. Por ejemplo, ese (des)empeño tenaz de ensuciar aquello que es de todos sin pararse a pensar que los demás no tienen porqué sufrir los desmanes ajenos solo porque haya quien carece del sentido del respeto. No se trata de grandes delitos (en principio) sino de pequeñas miserias cotidianas que exhiben lo peor de algunas personas cuando nadie las mira. O, a veces, incluso cuando se sienten observadas, como si disfrutaran con la provocación.

Aquí no hablamos de cuestiones económicas ni de privilegios educativos. Ni de clases. El respeto debe cultivarse desde que se llega al mundo, y ahí tiene mucho que ver lo que se haya visto y oído en los entornos más privados. Hay gente con varias carreras, mucho dinero y muchos apellidos lustrosos que se cisca en el respeto. Y van por la vida con una dejadez moral que revela muchas cosas que...

Me estoy dispersando. A lo que iba: a la falta de respeto inaguantable que te encuentras cuando entras en un baño público y te encuentras con un inodoro inutilizable porque hay seres que arrojan dentro lo que va a sabotearlos, con el suelo convertido en un campo minado de restos nauseabundos. ¿Hay algún psicólogo en la sala? ¿Qué pieza interna falla en los que no piensan en los otros antes de abandonar los sitios? Los cines. Ay, los cines. ¡Ag, los cines! Se encienden las luces y te puedes encontrar con un paisaje desolador si has tenido la mala idea de ir a una sesión muy concurrida: palomitas extraviadas, vasos aplastados, envoltorios grasientos... Cine de terror. Al aire libre se multiplican las escenas de desidia: botes, vasos, restos de comida en aceras, portales o bancos. Y, a un metro escaso, una papelera. A determinados seres les da igual: aunque les pusieras cien papeleras cerca se cuidarían muy mucho de usarlas. Caminos, playas, parques: vertederos improvisados, bazares de la basura elevados al cubo. Los ensuciadores pueden estar en el supermercado, sentarse junto a ti en el autobús o en el tren, cruzarse contigo al salir de un aseo público. Listos para declarar la guerra más guarra.

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