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Opinión

Una maternidad convidada de bronce

Alegoría de lo que fue Real Hospicio de Oviedo

Hierática y a la vez humilde la estatua "La Maternidad" de Sebastián Miranda está presente en los Premios Princesa de Asturias de 2025, pese a que nadie la invitó.

Los convidados de piedra, bronce en este caso, se relatan en la literatura con el "tan largo me lo fiais" y no es cuestión de impiedad, antes bien de honrar a quienes han sido huéspedes del Real Hospicio de Oviedo durante más de dos siglos, miles de niños y niñas expósitas registradas en los libros que custodia el Archivo Histórico de Asturias.

Apenas 1,70 de alzada, la escultura "La Encarna" amamanta a "Chiquilín" en los jardines de la calle Gil de Jaz frente al hotel de la Reconquista. Antes en el paseo de los Álamos, posa sencilla y discreta como cualquier madre que da el pecho a su bebé.

En la Escandalera "La Maternidad" de Botero no tiene competencia y arrebata voluminosa la llamada de atención, de ahí que la "Encarna" buscara su sitio, aún teniendo réplica (majestuosa) presidiendo la avenida de la Florida de Oviedo, también de Miranda.

Sebastián Miranda tuvo verdadera vocación por la mujer gitana que fue su musa, al punto de rescatarla de prisión en Valencia y que posara en sus estudios de Madrid.

Tras la inauguración del hotel de la Reconquista, en 1972, han tenido que pasar cincuenta años para tener referencia de lo que ha sido este Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, edificio tan ansiado y suplicado por el regidor de Oviedo Gil de Jaz.

Pese a la pobreza, indigencia y sinhogarismo la "Encarna" nunca hubiera abandonado a su hijo en manos ajenas, valor añadido que tiene esta estatua, reflejo de simpatía y devoción que el escultor y pintor ovetense tenia hacia el singular pueblo gitano, al salero, simpatía y descaro que procuró reflejar en sus inspiraciones artísticas.

Ha sido ardua e intensa la labor de la "Iniciativa Monumento a la Infancia Expósita", IMIE, para que autoridades políticas y culturales aceptasen la idea de ubicar "La Maternidad" donde los Premios Princesa de Asturias reúnen lo más nidio de la cultura.

Como buena estatua "Encarna" no habla y deja un mensaje solícito de quienes han sido expósitos y el epígrafe en ara impreso: "De quienes añoramos de por vida a la madre. De madres que quisieron recuperar a sus niños y niñas del torno. Siempre, en el recuerdo de la infancia aquí acogida".

Por tiempo indefinido el que fue Real Hospicio tiene su convidada de bronce que simboliza, no la contrición sino el libertino obrar de quienes dejaron su impronta para obligar en padres "incógnitos" abusado hacia mujeres tildadas de "frágiles", para encima.

Esta "Maternidad" dejará una huella indeleble de amor de madre, tan añorado y desconocido en niños y niñas expósitas, que esa es su razón de estar ahí presente.

Pese a estar en los Premios Princesa de Asturias, los invitados de la alfombra roja dejaron que esta madre amamantara plácidamente a su hijo, y ningún flash ha captado la íntima imagen que por fin aclara, por escrito, lo qué ha sido el edificio desde el año 1752.

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