Sotres (Cabrales),

Rebeca AJA

Para los excursionistas, para los montañeros, para los devotos del paisaje agreste y amantes de la placidez de un descanso en una encrucijada de panorámicas que sólo pueden alcanzarse desde el pueblo más alto de los Picos de Europa. Con sus 1.045 metros de altitud, la aldea de Sotres invita a alzar la mirada y encontrarse con las paredes del macizo de los Urrielles o las del de Andara; mirar hacia Peña Maín o hacia Pandébano e incluso buscar el curso del río Duje para acompañar un paseo tranquilo después de apaciguar el estómago con una buena gastronomía. Todo esto encuentra el visitante en Sotres. Un turista cuyo perfil varía en función de la época del año.

Eso lo sabe bien Cipriano López, propietario del hotel rural Casa Cipriano, y que está al tanto de los viajeros que buscan conocer los Picos. Acaba de cerrar un puente de mayo «regular», y echando mano al libro de reservas calcula una ocupación del setenta por ciento. «En estas fechas viene gente a hacer monte, senderistas y aficionados a la montaña», comenta Cipriano. Éste es el caso, por ejemplo, de Inmaculada y Juanjo, un matrimonio de San Lorenzo del Escorial (Madrid) que eligió Sotres para «atacar», explican, el parque de los Picos desde su vertiente más oriental.

Montse Hernández y José Braojos, también de Madrid, han encontrado en Sotres un lugar privilegiado para concluir su periplo por los rincones más emblemáticos del parque nacional. «Nos gusta la montaña y encontrar un paisaje como éste es la mejor manera de huir del follón de Madrid», asegura Montse. «Por supuesto que la gastronomía también cuenta», puntualiza.

Si hay que poner un «pero» a Sotres, algunos hosteleros como Cipriano López lo tienen claro: hace falta un buen aparcamiento público. Por lo demás, asegura que el entorno ofrece todo lo que la gente busca cuando elige un destino de montaña. De ahí que coincidiendo con la llegada del buen tiempo sea habitual que abunde un tipo de turista, el montañero profesional que desea hacer travesía de alta montaña o escalada.

Pero Sotres ha visto pasar visitantes de toda condición, desde espeleólogos hasta botánicos, pasando por fotógrafos y hasta antropólogos. De esto dan fe en uno de sus establecimientos más tradicionales, La Gallega. Ana María Moradiellos regenta ahora la casa de comidas más antigua del pueblo.

Hace cuarenta años que su madre, Ángeles Barreiro, cambió Galicia por Sotres, el pueblo donde su padre, Antonio Moradiellos, ha alcanzado la edad de 87 años convirtiéndose así en el vecino más longevo que sigue residiendo en Sotres. En cuatro décadas reconoce esta familia que son muchas las historias que han pasado por la barra del bar. «Hemos conocido a gente de toda índole, sobre todo del alpinismo español», comenta Ana María.

Claro que a lo largo de todos estos años la afluencia de visitantes ha variado como también lo ha hecho el pueblo. Esta familia recuerda que antaño Sotres fue el segundo pueblo más habitado del concejo de Cabrales, por detrás de Arenas, pero apenas llega ya al centenar de vecinos.