Las playas están llenas; los restaurantes, vacíos. Aquí huele a crisis. Es lo que tiene el capitalismo neoliberal: lo que un día es bonanza, al siguiente, sin saber por qué, se transforma en desventura (No, para todos no, que la Banca y el gran capital siempre se las arreglan para salir ganando). Así que visto que las hipotecas están por las nubes, todos a la playa, que sale gratis. Y si aprieta el hambre, bocata de chóped, barato, barato. Lo mismo la recesión es pasajera y vuelve en seguida la opulencia. Lo mismo no, y se va el asunto de las manos. Hace unos días, desde el paseo de San Pedro de Llanes, un aprendiz de futbolista-matemático de 5 años de edad, al que llamaremos Xurde, contabilizó 32 grúas en la villa. De momento, el paisaje es el mismo que en los buenos tiempos. Será que la procesión va por dentro.