Llueves (Cangas de Onís), Alba SÁNCHEZ R.

Los vecinos de Llueves, a escasos dos kilómetros de la capital de Cangas de Onís, disfrutan estos días con el inicio de las obras de mejora del entorno del símbolo que los enorgullece, la lápida conmemorativa donde, supuestamente, en el año 737 un oso mató al rey Favila, hijo del rey Pelayo, en su segundo año de reinado.

En el lugar se ha colocado una placa conmemorativa donde se explica el fatal desenlace de Favila, que bien pudo morir, según la historia, «por una ligereza imperdonable al dedicarse a los placeres de la caza o por un asesinato en la lucha de poder».

También se ha restaurado el suelo del entorno de la lápida conmemorativa, aunque la bajada al enclave sigue estando confuso para los vecinos, ya que no hay ninguna señal indicadora en ningún punto del pueblo y ellos son los que tienen que hacer de guías indicando el lugar a los turistas o curiosos que se acercan.

El lugar se ha convertido en un reclamo turístico más de la zona, ya que hasta ahora se encontraba en total abandono, pero su puesta en valor ha vuelto a abrir las puertas a la historia de uno de los reyes asturianos.

La muerte del rey Favila conmocionó tanto a los habitantes del pequeño reino que después de 400 años su leyenda fue plasmada en piedra en uno de los capiteles románicos del monasterio de San Pedro de Villanueva.

La inscripción en piedra que actualmente se puede contemplar fue encargada por los duques de Montpensier, Antonio María Felipe de Orleans y Luisa Fernanda de Borbón (hermana de la reina Isabel II), durante la visita que realizaron a Covadonga en el año 1857. «Aquí un oso mató al rey Favila, año 737», dice la piedra. Antes de llevarse a cabo estas obra era una simple cruz de madera la que señalaba el lugar de la agonía del rey Favila.

La muerte de Favila siempre ha sido una de esas historias en las que se entremezcla leyenda y misterio. Nunca pudo llegar a comprobarse que el que fue el sucesor político de don Pelayo muriese entre las zarpas de un oso. Pero con la puesta en valor de su lecho de muerte muchos han vuelto a interesarse por la historia de este personaje, el segundo rey asturiano. «Espabila Favila, que viene el oso», es el dicho popular que los asturianos han llevado a la calle en recuerdo del desenlace que tuvo su historia que hoy puede volver a recuperarse en la aldea de Llueves, donde ya fuese un oso, una pugna política o de poderes, un día le alcanzó la muerte, convirtiéndole en uno de los más loables reyes del reino astur.