Llanes, Rebeca AJA

El Pleno del Consejo de Patrimonio Cultural del Principado ha dado el visto bueno final al expediente de delimitación del entorno de protección de la cueva de Las Herrerías, ubicada en un coto calizo de La Pereda (Llanes), para salvaguardar un perímetro de 25,7 hectáreas. La decisión prácticamente zanja el expediente abierto, en noviembre de 2008, por la Consejería de Cultura y Turismo del Principado y contribuye a mantener las condiciones ambientales de la cueva y a garantizar la pervivencia de sus muestras artísticas prehistóricas, según Patrimonio.

La decisión también trata de enmendar un olvido histórico sobre un paraje declarado bien de interés cultural (BIC) en el año 1985 que, sin embargo, lejos de preservarse en su integridad terminó siendo objeto de expolios y, también, de la presión urbanística. En marzo de 2003, una empresa inmobiliaria ofrecía chalés a escasa distancia de la boca de entrada a la galería. Y todo pese a estar ante una cavidad peculiar por las pinturas geométricas del período magdaleniense que alberga en su interior, la única del oriente de Asturias que no tiene elementos animales. Singularidades que, sin embargo, no la alzaron al grado de importancia de otras cuevas como El Pindal. Las Herrerías no sólo ha sido una cueva abandonada a su suerte sino, también, una cueva «maltratada», según llegó a admitir el ex director de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio, en vísperas de que se iniciaran los trámites para su protección, en 2008.

El amparo para Las Herrerías llega en 2010, tras más de tres lustros de reiteradas alertas sobre el trato desidioso de la Administración y el creciente deterioro de la cueva. En el año 2005 un grupo de científicos de renombre internacional llegaron a movilizarse a favor de la conservación de Las Herrerías. LA NUEVA ESPAÑA recogió entonces la contundente argumentación del presidente del Comité Internacional de Arte Rupestre de la UNESCO, el francés Jean Clottes, quien subrayaba la excepcionalidad de esta cueva, comparando sus pinturas geométricas con las descubiertas en la cueva francesa de Cantal y la posible conexión entre ambas.

El asunto hizo que el Comité de la UNESCO abogara, en 2005, por proteger la cueva. Para entonces la situación de abandono de la gruta ya se había denunciado en dos ocasiones por parte de la Asociación de Vecinos y Amigos de Llanes (Avall), en 1993 primero y en 2003 después. En esa última acusación no sólo se hablaba del vandalismo y el expolio al que estaba siento sometida la gruta, sino que se especificaba una amenaza más, la del desarrollo urbanístico, al declararse suelo edificable la superficie bajo la cual discurren los casi setecientos metros de galería subterránea.

La situación llegó a exponerse y denunciarse en reiteradas ocasiones, además de al Ayuntamiento de Llanes y el Gobierno del Principado, al Defensor del Pueblo, a la Dirección General de Cultura de la Comisión Europea, y a la Secretaría de Estado de Cultura.

Mientras la protección llegaba, la cueva ha permanecido abierta, a merced de la curiosidad de unos y el vandalismo de otros. Restos de basura, de hogueras e incluso pintadas para nada rupestres en las paredes han acreditado, durante mucho tiempo, el libre uso y abuso de Las Herrerías.

La cueva se sitúa en un cueto calizo de La Pereda y su conocimiento se debe a las prospecciones efectuadas por Breuil y Obermaier en la zona en 1912. Las Herrerías conserva un panel cubierto con más de veinte signos rojos repetidos a modo de parrilla realizada mediante una serie de trazos paralelos encerrados en un contorno rectangular. No hay representación animal y sí manchas rojas. Cronológicamente, Jordá Cerdá situó la repetición de estos signos en el último momento de actividad artística paleolítica, el Magdaleniense superior.