Posada de Llanes,

María TORAÑO

«Al Rocío yo quiero volver / a cantarle a la Virgen con fe / con un olé». Pero a donde regresaron a cantar los cerca de cuarenta integrantes del coro «Columba» -de la localidad cántabra de Quijano de Piélagos- fue a Posada de Llanes para participar en su V Feria de la manzanilla. Con la salve rociera concluyó la misa de campaña celebrada ayer en la céntrica plaza de Parres Piñera, abarrotada pasado el mediodía para presenciar la eucaristía, que se celebró en un altar engalanado con flores para la ocasión.

Antes del oficio religioso, pasado el mediodía, había arrancado la procesión desde la cueva del centro Don Orione. Allí se reunieron numerosos vecinos vestidos con trajes típicos andaluces, desde el vestido de lunares y volantes, los zapatos de tacón, las chaquetas cortas ceñidas hasta los sombreros cordobeses. Tampoco faltaron los caballos, xarrés y carruajes con guirnaldas y otros adornos de todos los colores. Hasta el párroco, Aurelio Burgos, realizó la procesión a lomos de un caballo que seguía el paso al carro que portaba una fotografía de la Virgen del Rocío, que presidió el altar.

El festejo comenzó el sábado y en el bar ubicado en la plaza no dieron abasto durante todo el fin de semana para servir los rebujitos (bebida a base de vino de manzanilla y Seven-up) y también hubo espacio para los tortos de maíz típicamente asturianos. En el apartado culinario destacó una paella para unos 200 comensales que se sirvió tras la misa del domingo. «El año pasado nos quedamos cortos de raciones así que esperamos que en esta ocasión no se quede nadie sin su plato», explicó el alcalde pedáneo, Rafael Somoano. La tarde continuó amenizada por un grupo de baile de sevillanas de Gijón y se cerró con la actuación de Pamela Márquez. El número de mujeres ataviadas de faralaes fue menor que el de ediciones anteriores debido a que los alquileres subieron de precio y en cinco años pasaron de 35 euros por traje a 80 euros, explicaron.