Infiesto (Piloña),

Los centros asesores de la mujer se crearon hace 21 años, en 1989, desde el Instituto Asturiano de la Mujer, organismo del que en la actualidad dependen los quince que existen en toda la Comunidad. Miriam Castaño es abogada y la encargada de prestar servicio desde Infiesto a las mujeres de la mancomunidad del Oriente.

-¿De qué se encarga el Centro Asesor de la Mujer?

-Somos servicios que no llevamos sólo temas penales o de violencia de género, sino que realmente prestamos asesoramiento a las mujeres en todas aquellas áreas de la vida en las que deben ejercer sus derechos. Ayudamos en temas civiles matrimoniales, con menores, regímenes de visitas o impago de alimentos. El fin último es la recuperación biopsicosocial de la persona.

-¿Cuál de esos aspectos cuesta más recuperar?

-Depende del caso. Hay gente en la que hay que dar prioridad a lo psíquico porque tienen la autoestima muy mermada. Hay otras que cuando se ven con un trabajo relanzan su vida y toman las riendas poco a poco en condiciones. Cada caso es un mundo.

-¿Qué función cumple el centro cuando una denuncia?

-Somos los responsables y gestores del caso. Tenemos que situarnos al lado de la víctima siempre y procurar que todo el peregrinaje de un organismo a otro, del juzgado al abogado, después al INEM o al centro de salud y a las casas de acogida, no lo hagan solas.

-¿Cuál sería el itinerario estándar que recorre una víctima?

-No hay un itinerario tipo porque cada víctima tiene sus necesidades. Algunas no necesitan pasar por el centro de salud mental en su vida, otras no tienen que pasar por servicios sociales pero sin embargo necesitan ayudas económicas. El protocolo y los servicios deben adaptarse a la víctima, no ella a los servicios. Una mujer no tiene que pasar forzosamente por todos los pasos porque a lo mejor algunos no son aplicables al caso.

-¿Cómo se activa el protocolo de atención?

-En el caso de que haya un parte médico se rellena una cuartilla con tres hojas que van una para el juzgado, una para la víctima y otra se queda en el hospital. Existe además un anexo que se nos manda a nosotras para que inmediatamente contactemos con esa víctima. Otras veces la víctima entra por una denuncia y es la Guardia Civil la que inmediatamente llama al colegio de abogados. El letrado que la asista tiene que avisarnos.

-Violencia de género, machista o doméstica. ¿Cuál es el término correcto?

-La violencia machista abarca todo tipo de violencia. La de género se refiere a que la violencia se aplica porque eres del sexo femenino. Ésta puede ser familiar o no. Puede ejercer violencia de género un compañero de estudios, insultar o denigrar por el hecho de ser mujer. En ese caso no es violencia familiar o doméstica pero sí de género. Por lo general, la violencia familiar o doméstica suele ser de género, pero la de género no siempre es doméstica.

-¿Qué incidencia hay en la comarca de violencia de género?

-No es una comarca muy conflictiva en comparación con el resto de Asturias. De todas formas, cada día hay más porque la gente aprende a denunciar, a defenderse y lo saca a la luz. Las víctimas se sienten amparadas y tienen la sensación de que el sistema empieza a funcionar. Para esto, los protocolos ayudan mucho porque nos marcan cómo hay que actuar, nos dicen cuál es el campo de actuación, cuáles son tus competencias y hasta donde llegan los límites de cada profesional. La víctima recibe la sensación de que es una atención profesional, reglada.

-¿Qué número de casos atienden al año?

-Por ejemplo, sólo en el primer semestre de 2008 atendimos 538 consultas. Hay que tener en cuenta que las consultas sobre violencia de género son un porcentaje del total y que una misma persona puede consultar varias veces por divorcio, temas de menores, cuestiones económicas o denuncias.

-¿Qué diferencias existen entre las áreas urbanas y las rurales en estos casos?

-En lo que más se notan las diferencias es a la hora de acceder a los recursos porque hay algunos, como el servicio de atención psicosocial, que está en Oviedo y que queda un poco lejos para una mujer de Ribadedeva o de las Peñamelleras. Desplazarse a sus consultas es costoso. Hasta ahora no existía un Punto de Encuentro Familiar (PEF) en el Oriente y por fin va a haber uno en Cangas de Onís. En ese sentido, en la zona rural tenemos que trabajar de otra manera y tratar de optimizar nuestros recursos.

-¿Hay algo que necesite especialmente?

-Yo propondría ampliar los servicios y que se pudiese prestar la atención psicosocial desde aquí mismo para evitar desplazamientos.

-¿Qué cambios ha visto a lo largo de estos veinte años al frente del centro?

-Ha cambiado todo muchísimo, sobre todo la inmediatez en la actuación. Ahora las medidas se adoptan con rapidez. Hace veinte años se interponía una denuncia y podía pasar mucho tiempo hasta que se celebraba el juicio y las mujeres se echaban atrás mil veces porque tenían que volver a casa. También se cambió en la actuación de los servicios implicados. De nada nos vale una ley si luego fallamos en su aplicación. De nada nos sirve establecer servicios especializados como son los nuestros si a la hora de aplicar los recursos no nos coordinamos y no lo hacemos bien.

-¿En colaboración con qué otros organismos trabaja?

-Tenemos un protocolo fruto de la Ley de Igualdad que lucha contra la violencia de género y con él trabajamos muy en colaboración con los servicios sociales y con los servicios de salud, pero también con el ámbito judicial, los servicios de empleo, atención psicosocial y Cruz Roja.

-¿Funciona el engranaje?

-Estamos en ello. Está todo muy tierno y estas cosas tardan en calar porque cada servicio tiene sus rutinas y detrás de todos los servicios hay personas. Ni jueces, ni policías ni médicos son entes abstractos, cada uno tiene su forma de pensar y de intervenir. En estos casos sobre todo. Seguimos perfeccionando y puliendo cosas.

-¿Qué cambio se necesita más?

-Hay que hacer un importante trabajo social y cultural. Hay que sensibilizar a la gente en la lucha contra la violencia de género y a la vez educar a los críos en unas relaciones menos violentas entre ellos. Estoy convencida de que una juventud violenta acaba dando una sociedad adulta violenta. Lo importante es que no se asuma como algo natural una conducta delictiva, como algo a prevenir y a acabar con ello. Eso no lo hacen solo las leyes y ahí tiene que entrar la formación y la educación. Todo esto cala como una lluvia fina y la gente reacciona, tengo esa esperanza.

«Hay que sensibilizar a la gente contra la violencia machista y educar a los críos en unas relaciones menos violentas entre ellos»

«El protocolo y los servicios deben adaptarse a la víctima, no al revés; cada caso es un mundo»

«La violencia doméstica suele ser de género, pero la violencia de género no siempre es doméstica»

Perfil

Veinte años no es nada...

Miriam Castaño (Ribadesella, 1958) es abogada y llegó al área de atención a la mujer un poco por casualidad. Hace veinte años, cuando abrieron los centro asesores, no había estudios, ni estadísticas ni informes sobre violencia de género. Adquirió la formación sobre la marcha, caso por caso, a base de trabajar a diario sobre la problemática de las mujeres de la comarca. Hoy en día es una abogda multidisciplinar que tiene que estar enterada de lo último en derecho de extranjería, civil, penal o procesal porque la atención que presta va más allá de la violencia.