Panes (Peñamellera Baja), Rebeca AJA

Peñamellera Baja no quiere malgastar su categoría de encrucijada de caminos. El concejo fue embrión, durante la primera mitad del siglo pasado, de un distinguido turismo ligado a la pesca que ofertaban las cuencas salmoneras del Cares-Deva en un entorno natural de máxima categoría, el parque nacional de los Picos de Europa. A la vera de esta tendencia surgieron algunos de los emblemáticos y pioneros establecimientos turísticos del municipio, como el hotel El Palacio, un edificio de estilo ecléctico, construido en 1910 por Ángel Caces e incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico Asturiano. Al hilo del trasiego de esa época fueron surgiendo otros locales históricos como Casa Julián, en el vecino valle Alto, una casa de comidas abierta en la década de los cuarenta del siglo pasado, que se reconvertiría en hotel-restaurante y en lugar escogido por huéspedes ilustres que hicieron de éste y otros locales de la zona lugar de descanso pero, también, de toma de decisiones políticas y empresariales. En el salón de Casa Julián, por ejemplo, se redactaría el borrador del Estatuto de Autonomía de Asturias.

Sin embargo, en Peñamellera Baja pesa la sensación de no haber sacado partido a ese histórico y estratégico posicionamiento que colocó al municipio en el coto turístico reservado a la minoría de familias españolas que por su posición social y económico hacían turismo. A partir de la década de los sesenta el turismo en España entra en auge y comienza a desarrollarse un modelo, fundamentalmente de sol y playa. «Esa nueva etapa turística también la vivió el municipio. La afluencia de gente fue a más pero no hubo un aprovechamiento inmediato», comenta el regidor de Peñamellera Baja, José Manuel Fernández Díaz. «Esto pudo producir cierto acomodo porque el turismo te llegaba solo -continúa-, no se buscaron incentivos y en el momento que zonas limítrofes como Liébana y Cabrales crearon servicios y crecieron el turista tiró de ellos».

Fernández Díaz cree que ahora se vuelve a vivir un movimiento turístico y Peñamellera Baja tiene que aprovechar esa condición de paso obligado y puerta de acceso a los Picos de Europa, tanto hacia la vertiente asturiana más oriental en Cabrales como a la vertiente cántabra desde Potes. «El concejo estuvo en medio de la disputa turística de los Picos de Europa entre Cantabria y Asturias pero igual no se aprovechó en el momento de despunte porque la atención estaba puesta en el recurso fluvial», añade el regidor local. Pero al tiempo del relajamiento y el bajón le viene sucediendo, fundamentalmente en la última década, una proliferación de establecimientos turísticos y servicios que pueden ayudar a rentabilizar su posición fronteriza, su apertura histórica hacia Cantabria y puerta de acceso oriental hacia la Asturias interior.

Peñamellera Baja atesora potenciales turísticos naturales, arquitectónicos y culturales. Su superficie está mordida por un parque nacional y reserva de la biosfera, los Picos de Europa; un Lugar de Interés Comunitario, el Cares-Deva; un espacio de especial protección, el de la sierra del Cuera; y un monumento natural, las saucedas de Buelles. Palacios y casonas han ido recuperándose al abrigo de proyectos turísticos o iniciativas privadas. El palacio de San Román, en Panes, está declarado Bien de Interés Cultural, el de La Bariega actualmente conforma el complejo turístico más ambicioso del concejo y en Abándames se ha recuperado, también con fines turísticos, el palacio de La Cajiga. En Buelles se está rehabilitando el palacio de Los Guerra.

El concejo tiene rincones poco publicitados de gran belleza natural que también han sabido recuperar espacios tradicionales, como el pueblo de Cuñaba y las cabañas de la cercana majada de Tremaño.

En un concejo atravesado de norte a sur por una de las vías más transitadas de Cantabria, la N-621 que enlaza la Autovía del Cantábrico en Unquera con la comarca de Liébana y de este a oestre por el principal eje de comunicación de la comarca oriental interior, la AS-114 Panes-Cangas de Onís, el objetivo es ser referente turístico. Una meta que ayudará a aprobar la asignatura pendiente: fijar población «y potenciar el sector primario colocando productos nuestros como la carne y los quesos en la hostelería local», recalca Fernández Díaz.