Villamayor (Piloña),

Lucas BLANCO

«Villamayor no será lo mismo cuando esas chimeneas dejen de echar humo», comentaba con cierto tono melancólico la vecina y hostelera de la localidad piloñesa Clara González, la víspera del cierre de la planta de Chupa Chups, que se producía el pasado viernes. Una medida que acarreaba el despido de los últimos 63 empleados, acabando con lo que fuera una de las principales fuentes económicas de la comarca durante más de medio siglo.

No obstante, tan sólo 24 horas después del cierre, las chimeneas seguían despidiendo humo con tanta o quizá más fuerza que en los días anteriores, para sorpresa de los vecinos más cercanos, que, como es habitual, se acercaban a caminar por los alrededores de las instalaciones confiteras.

Es el caso de Ángel Alonso, un vecino de 86 años que día tras día no falta a su paseo diario alrededor de la fábrica. Admite que echará mucho en falta la vida que daba al pueblo el constante entrar y salir de personas y mercancías de la planta confitera. «La verdad es que ahora tendré un entretenimiento menos, pero qué se le va a hacer, la vida es así», se resigna Alonso, padre de una ex empleada de la compañía italo-holandesa, que también muestra su sorpresa ante las emisiones de humos. «Es raro que sigan echando humo, porque en teoría ya no están produciendo», señalaba el vecino.

También andaba por los alrededores de la fábrica la vecina Sofía Marina, madre de un trabajador y una de las mayores animadoras de las protestas en contra del cierre durante los más de seis meses de movilizaciones. Ella observa aún cierta actividad en la planta. «Los trabajadores dicen que todavía queda alrededor de media docena de personas, más afines a la dirección de la empresa, que realizan las labores de mantenimiento», señalaba la vecina, que además explica que las chimeneas suelen emitir humo incluso los días no laborales. «Al parecer, ese humo corresponde a las calderas, que seguirán encendidas durante el tiempo en que prosiga el mantenimiento y se vayan desarmando las máquinas».

Todo parece indicar que el adelanto del cierre de la empresa del 28 al 21 de enero debido al bajo rendimiento y a la desmotivación de los empleados habría trastocado los planes de la empresa, que ahora estaría adelantando los trabajos para desmantelar la planta y trasladar la maquinaria a Cataluña.

Además, varios de los trabajadores despedidos se encontraban realizando varios cursos de formación que terminarán a lo largo de esta semana y, a partir de ahora, las entrevistas y actuaciones previstas por la empresa consultora elegida para la recolocación de los trabajadores pasarán a desempeñar su actividad desde un local situado junto al Ábside de Villamayor.

Si duda, las personas de la localidad piloñesa tardarán en acostumbrarse a vivir sin una fábrica que marcó la vida de muchas de las familias de los alrededores y a la espera de que alguna empresa se interese por las instalaciones; tan sólo les quedarán los recuerdos del pasado dorado que les otorgó el caramelo con palo.