San Román (Piloña),

Lucas BLANCO

Contrariados, con un sentimiento que aunaba pena y orgullo, los voluntarios que trabajan desde hace dos meses a las órdenes del arqueólogo Rogelio Estrada en la excavación de Argandenes (Piloña) recogieron ayer sus herramientas de trabajo y dejaron lista para su sellado la zona en la que no han dejado de salir huesos, objetos y materiales de construcción que, a buen seguro, darán luz a muchos datos sobre el pasado de Piloña y de Asturias en general.

Después de verse obligados a ampliar hasta ayer unos trabajos que todo apuntaba que terminarían durante el pasado fin de semana, los miembros de la excavación aún encontraron una tumba construida con materiales romanos en el fondo del edículo de tres metros de superficie en el que llevan trabajando todo este tiempo, que podría dar indicios del origen de la construcción, probablemente del siglo IV.

En esas tumbas se ha encontrado dos nuevos cuerpos, uno íntegro y otro reducido. En el cráneo encontrado es de destacar un aro metálico que ha aparecido dentro de la boca, mientras que también se han hallado dos más que posibles brazaletes que acompañaban los restos óseos, sumando de esta forma nuevas pistas que podrían dar mayor claridad a las investigaciones.

Ya se han exhumado todos los restos que contenía el edículo encontrado fortuitamente junto al nuevo depósito de agua de la parroquia de San Román, gracias a un argayo producido por las fuertes lluvias del pasado verano en la región.

Dicha excavación fue realizada por encargo por la Consejería de Cultura con una aportación de 2.500 euros y un plazo de quince días para desarrollar los trabajos. Sin embargo, ese plazo se tornó en muy escaso debido a la dimensión del hallazgo que se tuvo que prolongar sin más presupuesto. Pero salió adelante gracias a la ayuda de alrededor de una decena de voluntarios, tanto del concejo, del resto de Asturias, como de la UNED.

Según fueron avanzando las lentas y complicadas labores de excavación se fueron sucediendo los hallazgos, ya que a los pocos días se supo que se trataba de un edículo de unos tres metros cuadrados de superficie construido con las técnicas y materiales de la época romana. Además, se encontró también la parte inferior de un esqueleto con un cinturón que portaba materiales preciosos, si bien este fue descubierto entre las tierras desprendidas en otro argayo posterior, producido en una zona apartada.

Es precisamente esto, lo que hace pensar que este edículo estaría ubicado dentro de una necrópolis que abarcaría toda la zona que rodea a la excavación, tesis más creíble si se tiene en cuenta que se localizaron dos tumbas pegadas al recinto, generando sospechas sobre la existencia de una población romana próxima.

Pese a ello, la falta de recursos por parte de la Consejería de Cultura impide que las investigaciones vayan más allá, aunque de momento los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid ya tienen suficiente material como para confirmar, a través de la prueba del carbono 14, la datación y origen de los alrededor de doce cuerpos encontrados, según indica el jefe de excavación, Rogelio Estrada.

A la vista de los hechos, no cabe duda de que aunque el lugar de la excavación será sellada en los próximos días con un material geotextil, cubierto a su vez por una capa de arena para su mejor conservación con la ayuda del Ayuntamiento de Piloña, tarde o temprano no quedará otra salida que volver a explorar unos suelos que poseen un buen número de respuestas a las preguntas sobre el pasado.