Ribadesella,

P. MARTÍNEZ

Para un hotel pequeño, una reserva de 10 o 15 días para seis u ocho personas es una forma de salvar el mes. Sin embargo, si se trata de una estafa puede acabar arruinando la temporada. Al menos dos establecimientos riosellanos estuvieron cerca de convertirse en víctimas de un engaño a través de internet y lo evitaron gracias a que en sus oficinas bancarias detectaron el fraude.

El sistema fue el mismo en ambos casos. Un supuesto cliente inglés se pone en contacto con el establecimiento y hace una reserva dentro de un viaje organizado. Al poco tiempo, el hotel recibe un cheque del banco HSBC (The Hongkong and Shanghai Banking Corporation), por un importe muy superior al de la reserva, y lo lleva al banco, donde lo ingresan en su cuenta. Como se trata de una transferencia internacional, pasan entre tres y cuatro días hasta que la entidad española confirma la validez del talonario. Poco antes de que esto suceda, el estafador cancela la reserva y pide que se le devuelva el importe ingresado. Su dinero aún no ha llegado (nunca lo hará porque no hay fondos), pero la víctima, que lo ha visto reflejado en su cuenta, puede dar la orden de devolver ese importe, perdiéndolo sin remedio porque la agencia que organiza el viaje nunca se identificó y, por tanto, no es posible seguirle el rastro.

A Magdalena G. F., del hotel rural La Curva, en la parroquia riosellana de Sardalla, le llegó uno de estos correos electrónicos a principios de abril para reservar la última quincena de julio. «Eran tres habitaciones para seis personas». Recibió el cheque y lo llevó a su oficina bancaria habitual, donde le explicaron que no era válido y que se trataba de una estafa. «En el banco me dijeron que no pasaba nada, pero estuve muy agobiada por los problemas que me podría traer».

Al no haber cobrado el cheque, la historia quedó en un susto. Además, su experiencia sirvió para que en la misma sucursal ayudaran a Juan Manuel Bode Inés, de la pensión Arbidel, en el centro de Ribadesella. En su caso, la reserva era para los diez últimos días de septiembre, durante los que se suponía que alojaría a cuatro personas en su establecimiento. Bode Inés también recibió el cheque falso por correo y, al igual que en el hotel La Curva, el importe que marcaba era muy superior al de la reserva. Si en el primer caso debían abonar unos 1.900 euros, el cheque a nombre de Magdalena G. F. llegó por importe de 6.600 libras, 7.464 euros al cambio. Los falsos clientes debían pagar en Arbidel 800 euros y el talón que recibió su propietario ascendía a 7.600 libras, 8.595 euros.

El personal de la sucursal riosellana que detectó la estafa explica que últimamente «los timos son siempre en libras, porque está más alta; antes eran en dólares». Las cantidades tan elevadas de los cheques se justificaban en los correos electrónicos por el pago a un «agente logístico que se ocupará de nuestros billetes de avión, servicios de alquiler de coches y otros servicios que creo que no facilitas en tu hostal», según reza, literalmente, en uno de los correos recibidos por Bode Inés. Los responsables de la oficina bancaria riosellana comentan que «nunca se dio el caso de que este tipo de timos fructificara porque el banco lo detecta antes». Aunque lo correcto sería que la entidad esperara a garantizar el cheque, el cliente podría retirar el dinero enviado, creando un descubierto en su cuenta que debería abonar cuando se descubriera el engaño. También perdería ese dinero al dar la orden de devolución. En cualquier caso, si la estafa prospera el único perjudicado es el empresario.