Hay personas admirables. Personas que se entregan en cuerpo y alma a una causa. Personas que convierten su vida en lucha y pasión por aquello que quieren, por aquello en lo que creen. Personas que no dudan en ser las primeras en dar un paso al frente, en presentarse voluntarios, aunque saben que la tarea será dura y acarreará sinsabores. Personas que laboran sin descanso sólo por la satisfacción del trabajo bien hecho. Personas que saben halar del grupo, que lideran el colectivo y lo arrastran hasta la meta. Son esos hombres y esas mujeres que encabezan colectivos culturales, clubes deportivos, asociaciones vecinales, colectivos de jubilados, comisiones de festejos... Son los que organizan las competiciones, las fiestas y las actuaciones, los que alegan en defensa de lo que creen justo, los que organizan actividades para niños o mayores, los que movilizan a la sociedad... A esas personas las vemos cada día. Y a veces nos dejan, como lo ha hecho ahora Emilio Llamedo, persona admirable. Irrepetible.