Llanes, María TORAÑO /

Natalia SANTOVEÑA

«Los cubos de Ibarrola, como un imán». Así tituló LA NUEVA ESPAÑA el viernes 2 de noviembre de 2001 el reportaje en que se hablaba de la primera jornada de apertura de la obra del artista vasco en Llanes, que entonces fue visitada por 638 personas en un solo día. Diez años después, la afirmación sigue siendo igual de correcta, ya que «Los Cubos de la Memoria» se han asentado con un referente turístico indiscutible y se han convertido en un icono del municipio.

Así lo confirman visitantes asiduos como Miguel Hermann. «Es una referencia para todo el que venga y siempre se lo recomendamos a los amigos», explica este madrileño que se confiesa «enamorado de Llanes». Para este visitante, «los Cubos impresionan porque rompen la estética del puerto y del mar». Los colores, las figuras geométricas y la heterogeneidad de formas que se consigue al pintar sobre los bloques de hormigón le dan la razón. El azul del Cantábrico, el gris de los muros del muelle y la sierra del Cuera al fondo ejercen de telón de fondo para la obra de Ibarrola. Elena y Alicia Iriarte y Agustín González, que acompañan a Hermann en esta visita, se muestran también encantados con el panorama.

A Javier Navarro y Elena González les parece «muy bonito y a la vez interesante». Esta pareja optó por una visita guiada en compañía de Mónica Balmori, de la Oficina de Turismo. «Hace tiempo que decidimos venir a Llanes de vacaciones, busqué por internet los puntos de interés y enseguida encontré Los Cubos de la Memoria», comentan. Con las explicaciones entienden que la maleta y las palmeras representan a los indianos, que los arpones y las gaviotas aluden a la caza de la ballena y que en el Covarón de Parres y en Peña Tú pueden encontrar pinturas rupestres. Los Cubos también sirven de folleto turístico para quien se toma el tiempo de leer su mensaje.

Desde la asociación de alojamientos del concejo, FOMTUR, también tienen claro el papel que juega esta obra. «Para Llanes es un recurso más que importante», destaca el presidente del colectivo, Fernando Fernández. «Tengan más o menos aceptación la gente viene a visitarlos y en toda la información, folletos y carteles de publicidad aparecen como un icono», explica el hostelero, para quien los Cubos «siempre generan curiosidad». Para el empresario estaría bien «que se repinten», dado el deterioro que presentan actualmente. La cuestión está en que «a ver de donde se saca el dinero», añadió en referencia a la polémica suscitada entre equipo de gobierno y oposión sobre la necesidad de una restauración del elemento artístico.

Los Cubos de la memoria también se han convertido en un reclamo comercial. «Yo presenté un proyecto al Ayuntamiento y al creador de la obra y lo aceptaron», explica Alberto Sánchez Gómez, de la centenaria joyería Cuende. En los últimos diez años no han dejado de salir de su taller todo tipo de objetos inspirados en los Cubos. Hay llaveros, pendientes, collares, broches o pisapapeles «para todos los bolsillos», explica el artesano. Los bloques del puerto también han servido de inspiración para Maribel Ampudia, de la confitería Vega, que lleva vendiendo bombones con forma de cubos desde que se inauguró la obra y cada año la venta mejora. La idea de crear el dulce surgió como un regalo para Agustín Ibarrola. «Era su cumpleaños y una invitada nos pidió que le hiciéramos un detalle, al obrador se le ocurrió la idea de los cubos y en aquel momento empezamos a comercializarlos», señala.

Diez años después lo que nadie puede negar es que quien decide visitar Llanes -aunque sea sólo unas horas- o llega de vacaciones al concejo por un periodo más largo termina paseando por el puerto y contemplando el colorido de los Cubos enmarcado por el azul oscuro del Cantábrico.

Llanes, M. TORAÑO

Con la perspectiva que dan diez años, el artista vasco Agustín Ibarrola destaca su relación con Llanes y recuerda los meses que pasó preparando y supervisando las obras para su obra «Los Cubos de la Memoria», en la escollera del puerto. «Había pintado ya en el bosque de Oma y el alcalde de Llanes -Antonio Trevín en aquel momento- y el señor Quintana -por Ignacio Quintana Pedrós- comprobaron que acudía mucha gente», explica. El bosque de Oma es un conjunto de árboles sobre los que Ibarrola pintó diferentes figuras y está ubicado en la reserva natural de Urdaiba, en la localidad de Cortézubi. «Era el año 82 cuando pinté tan intensamente en la naturaleza», recuerda el artista, una experiencia que volvió a repetir en Llanes, donde cambió el monte por el salitre y la mar.

Para el pintor, el encargo de realizar «Los Cubos de la Memoria» llegó en un momento en el que «los políticos sólidos querían salir del derrumbe de la economía basada en la vieja industria del hierro, los astilleros y el carbón» y se estaban buscando una renovación de las fórmulas empresariales. «Necesitaban crear nuevas infraestructuras tanto en las grandes ciudades como en lugares como Llanes, para desarrollar una economía basada en el turistmo internacional y nacional y en reuniones de todo tipo, hasta congresos», manifiesta.

Los enormes bloques de hormigón del puerto representan la memoria del artista, la del arte y la del territorio en el que están ubicados. A esta última categoría pertenecen los cubos dedicados a las manzanas o a la emigración y los indianos, con la representación de una maleta o una palmera, tan características de las casonas de la zona. Sobre la memoria del arte, destacan los guiños al pasado artístico ancestral del concejo, con mención al ídolo de Peña Tú, la cueva de Trascalabres y las Herrerías, entre otras.

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la necesaria restauración de los cubos. Sobre todo los de la cara sur, que fueron los que se terminaron de pintar hace ahora diez años, presentan claros signos de erosión. Los efectos del mar, la lluvia y el sol han rebajado los colores y han desvirtuado un tanto los juegos de formas que creaba la posición de unos bloques sobre otros. El Gobierno local ya ha planteado ante el Principado su intención de arreglarlos. La oposición dice que hay asuntos más urgentes. Pase lo que pase al final, Ibarrola muestra su disposición: «Tengo 81 años y si para el verano próximo estoy vivo me gustaría dirigir su restauración». En este sentido, quiso hacer mención al equipo que trabajó con él en anteriores ocasiones, «parte de ellos viven en Llanes y saben cómo debe restaurarse».