Cangas de Onís,

Alba SÁNCHEZ R.

Descubrir que lo que hoy es un agradable salón donde conversar dentro del Parador Nacional de la localidad canguesa de Villanueva era la cocina de los monjes que moraban allá por la Edad Media en el monasterio de San Pedro o que la propia cafetería era el refectorio de la comunidad monacal forma parte desde ayer de la historia oculta de este edificio que cualquier húesped o visitante puede descubrir en un tranquilo paseo por las entrañas del parador.

Todo ello gracias a un proyecto, inaugurado en la mañana de ayer, que ha dispuesto un conjunto de 43 soportes informativos, con textos explicativos y fotografías, que han permitido convertir en un verdadero museo uno de los tres paradores que existen en el Principado y el octavo de los 93 que funcionan en todo el territorio español.

Es posible adentrarse en la historia del edificio con una mini guía en mano y descubrir lo que era cada espacio ya en tiempos del segundo rey asturiano, Favila, en el siglo VIII, y ver cómo se ha transformado para el uso y disfrute de todos. El nuevo parador museo ofrece, en placas estratégicamente situadas, explicaciones de la historia del monumento, descripciones de su arquitectura, relatos de la historia de la comarca oriental y anotaciones sobre la vida de los monjes.

Esa crónica de la vida del cenobio descubre cómo los monjes eran dueños de grandes propiedades en el municipio cangués y en los vecinos concejos de Parres, Ribadesella y Cabrales, así como de los puentes. También se explica el tributo que cobraban a los feligreses por transportarlos en barca para participar de los oficios. Y se expone el gran entramado empresarial en el que participaban todos los habitantes del municipio, tales como albañiles y artesanos, que recibían como pago diezmos e incluso propiedades, contribuyendo de forma esencial al desarrollo de la zona. Aunque, sin duda, el aspecto más destacado de esta historia es la vinculación que tenía el lugar con la monarquía asturiana.