Es de sobra conocido que ni Alfonso XIII, ni Primo de Rivera, ni Alcalá Zamora, ni Azaña (Martínez Barrio no tuvo tiempo material), ni Franco, ni el nieto del primero, ni la UCD, ni el PSOE ni el PP fueron capaces de gobernar decentemente el parque nacional de los Picos de Europa (antes de Covadonga), creado en 1918 con la oposición mayoritaria de los vecinos. Ahora, ni hay dinero ni se adivina categoría política por ningún lado para sacar adelante el espacio natural más importante del noroeste peninsular. Anda todo el mundo al «tira que libras», a ver si la crisis machaca al adversario, a escaquearse y evitar problemas, que luego ya se sabe. Por no tener, el Parque no tiene ni plan rector, porque el que se aprobó después de treinta y tres borradores y trece años de «trae p'acá y toma p'allá» se lo cargaron los jueces porque estaba mal hecho (nadie ha pagado por ello, sólo faltaría). Así que ahí está el probitín, estancado, paralizado, moribundo... ¿Quién pide el voto? Si, ho, espera, que voi contate un cuentu...