Por primera vez en muchos años los clanes políticos que se presentan a unos comicios electorales apenas tendrán que hacer malabarismos para sacar de la chistera promesas y más promesas, muchas de ellas remotamente viables con la que está cayendo sobre la comunidad autónoma asturiana. Hace apenas ocho meses lograron ganarse la confianza de un electorado que, en aquellos momentos, se encontraba muy encabritado con la forma de proceder de derechas e izquierdas. Pero, pese a ese corto espacio de tiempo transcurrido, me temo que ahora se encuentren bastante más erguidos los ánimos de los votantes.

Uno de los centros de atención de esos comicios estará, sin lugar a dudas, en la circunscripción oriental y más concretamente en el concejo de Cangas de Onís. Por un lado, la diputada de Foro Asturias Ciudadanos Marina Huerta Vega, que volverá a encabezar, como en mayo del año pasado, la lista por esa comarca del partido que lidera Francisco Álvarez-Cascos, y, por el otro, el alcalde José Manuel González Castro, éste como número dos del renovado Partido Popular, por detrás de su homónimo maliayés. Y ambos políticos cangueses, como opciones de ganarse el acta de diputado.

Para el simpatizante de centroderecha, sobremanera al empadronado en Cangas de Onís, se le plantea una gran tesitura en estos precisos instantes cara al inminente 25-M, pues de todos es sabido que el trasvase de potenciales sufragios del PP a Foro como de Foro al PP va a estar a la orden del día. A la prueba me remito con lo acontecido en las pasadas elecciones generales, en las que la formación de Mariano Rajoy fue la fuerza más votada en ese municipio del oriente de Asturias, todo lo contrario que pasó en las autonómicas del 22 de mayo de 2010, cuando los cangueses votaron mayoritariamente al partido de Álvarez-Cascos.

Aquí, y a estas alturas de la película, ya no valen sondeos, por mucho que las distintas formaciones políticas pretendan agarrarse a ellos -en el supuesto de serles favorables- para engatusar un poco más a los electores indecisos. Sería la primera vez, desde la transición democrática, en la que Cangas de Onís podría llegar a contar con dos diputados en la Junta General del Principado de Asturias, algo que no suele ser habitual en los pequeños municipios, aunque sean con «matices» de distinto signo político. Y, por si fuera poco, jóvenes y con enormes ansias de trabajar en pro del ciudadano.

No me olvido tampoco de la número 1 del PSOE por el Oriente, la riosellana Adriana Lastra, curtida en tareas parlamentarias, ni del alcalde de Cabranes y número 2 por esa misma formación, Alejandro Vega. La apuesta por la renovación, igual que en el PP, acaba de llegar a los grandes partidos en Asturias, tal como hace pocos meses reclamaba con insistencia para su antiguo partido el actual presidente del Principado, Francisco Álvarez-Cascos. Quizá la única manera de atajar el poderío de Foro Asturias Ciudadanos haya sido, tanto para PSOE como PP, cambiar bastantes nombres de las listas electorales que fracasaron en mayo del año pasado, para relanzarlas con otras personas.

Sea como fuere, el pueblo es soberano y cada cual decidirá con su voto -o con la abstención- lo mejor para Asturias. Unos verán la botella medio llena; otros, medio vacía, pero la campaña electoral apenas levantará el ánimo a miles de asturianos que hacen largas colas en las oficinas del Inem. Para nada deberán los políticos intentar vender «humo» sobre futuribles museos, autovías, auditorios, funiculares y otras pamplinas. Llegó la hora de apretarse el cinturón en los ayuntamientos y, por supuesto, en las diversas consejerías. Hacen falta políticas que inviten a los emprendedores -empresarios, comerciantes, hosteleros, industriales...- a crear empleo, apoyándoles con bonificaciones fiscales, y lo demás sobra.

No soy nadie para dar lecciones, eso lo tengo muy claro. Sin embargo, no observo con buenos ojos el dispendio que hacen las administraciones con algunos planes de empleo. Puedo entender que un Ayuntamiento disponga de personal para tareas propias de mantenimiento y conservación, pero no me entra en la cabeza que desarrollen obras, digamos, menores -rehabilitaciones, por ejemplo-, haciéndoles cínicamente la competencia a las pequeñas empresas locales -autónomos-, muchas de éstas sin apenas tajo en estos instantes de profunda crisis económica. No lo entiendo, la verdad, y espero que los futuros diputados por el Oriente tomen cartas en el asunto en defensa de la pequeña empresa como generadora de empleo estable, guste o no a los sindicatos de turno.