Esta imagen de 1895 corresponde al muelle sur y en ella se ve cómo el terreno del paseo Princesa Letizia -en el que están la lonja y la Oficina de Turismo- estaba cubierto por el agua. A comienzos del siglo XX se rellenó desde la calle Manuel Caso de la Villa hasta el puente, del que se ve el estribo derecho de la construcción de madera y el correspondiente al puente de hierro, inaugurado tres años después, informa P. M.

Ribadesella,

Patricia MARTÍNEZ

El puerto de Ribadesella está tan ligado a la historia local que su origen se sitúa antes incluso de la fundación de la villa -en el siglo XIII- y ha dado para escribir páginas enteras de los vaivenes sociales, políticos y económicos del municipio. En época medieval, la zona portuaria estaba frente a lo que hoy es la plaza de abastos, en la zona conocida como El Portiellu.

Tanto la pesca como la actividad comercial ya se veían entonces condicionadas por la barra de entrada, actual caballo de batalla de la Cofradía de pescadores riosellana. Así, en 1511, según recoge Juan José Pérez Valle en su libro «Ribadesella: Apuntes para una historia», se afirmaba que en 40 años se habían perdido más de diez navíos y habían perecido más de 70 personas.

Cuando, en el siglo XVIII, las autoridades asturianas idearon la construcción de un gran puerto, eligieron Ribadesella «porque su fondo arenoso permitía que los barcos no sufrieran en el bajamar, disponía de excelentes fondeaderos y además poseía un río navegable hasta Cangas de Onís», según continúa el relato de Pérez Valle. Se eligió el emplazamiento actual del puerto -entre las calles Manuel Caso de la Villa y Marqueses de Argüelles- y las obras comenzaron en 1784. Las guerras -entre ellas la de Independencia- y la falta de presupuesto provocaron graves retrasos y paralizaciones y los trabajos se terminaron en 1856, con una estructura similar a la actual, aunque de menor extensión. A principios del siglo XX, Ribadesella era un puerto comercial de mucha importancia, del que salían minerales y frutos secos, principalmente. Entonces se decidió ampliar la superficie y se rellenó el espacio que queda entre la zona donde hace un mes -durante la última riada- se produjo el desprendimiento de varios bloques y el puente. «Anteriormente, los muelles se alineaban a lo largo de las calles anteriormente citadas, formando ángulo recto», matiza el escritor riosellano, antes de añadir que «las zonas de la lonja, almacenes pesqueros, los aparcamientos y el paseo Princesa Letizia, se acabaron en 1933 y también en aquella época se aprovechó para rellenar todo el espacio donde hoy se encuentran la Casa de Mar y el Mercado de Abastos», relata Pérez Valle.

La última vez que el muelle cambió de aspecto fue durante las obras de 2009, cuando se demolió la estructura de pilotes en dos tramos -que dejaban que el agua entrara y saliera- y se puso una pantalla de tablestacas metálicas que configuró el puerto tal y como es en la actualidad.