Ribadesella,

Lucas BLANCO

El Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo acogió ayer una conferencia en la que participaron tres investigadores de la propia cueva riosellana y de la cueva de El Buxu, situada en Cangas de Onís. El objeto fue analizar los resultados de unas recientes investigaciones en las que quedan al descubierto las coincidencias entre las pinturas de ambas cuevas, y que los expertos coinciden en valorar como una prueba que refuerza la teoría de que un mismo grupo humano pobló la cuenca del Sella hace unos 30.000 años.

En dicho encuentro, titulado «Los pigmentos en las pinturas rupestres de Tito Bustillo» y presentado previamente por el arqueólogo del Museo Arqueológico de Asturias, Jorge Camino Mayor, participaron expertos de la talla de Rodrigo de Balbín, director de las excavaciones de Tito Bustillo entre 1990 y 2008; Mario Menéndez, profesor titular de Prehistoria de la UNED y responsable de las excavaciones en El Buxu entre 1985 y 1989, y Antonio Hernanz, director del estudio recientemente presentado sobre la composición de las pinturas de las dos cuevas.

El primero en tomar la palabra fue de Balbín, quien valoró favorablemente el reciente estudio realizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) al cual calificó de «insustituible para entender cómo fue la vida de los habitantes de las cuevas» y definió como «la muestra más grande para el estudio del arte paleolítico europeo».

No obstante, consideró necesaria la continuidad de las investigaciones con el fin de corroborar algunas de las hipótesis surgidas del estudio que parece determinar la utilización de los mismos materiales en algunas pinturas de ambas cuevas y, para ello, mostró su deseo de que se amplíen las comparaciones a otras simas de la cuenca del Sella y otros lugares, para «alcanzar conclusiones más finas y concretas».

Seguidamente, le llegó el turno a Miguel Menéndez, el cual centró su exposición en la cueva de El Buxu analizando los diferentes tipos de pinturas existentes en la misma, destacando especialmente las pinturas rojas. «Es sorprendente la coincidencia de representaciones del sexo femenino y animales en la parte baja y media del Sella», señala Menéndez recordando que también hay pinturas parecidas en otros puntos de Europa. Esto reforzaría, según él, la hipótesis de que existiera un mismo grupo humano en la zona que se desplazaría de una cueva a otra para explotar los recursos de la montaña y de la costa en diferentes épocas.

Por su parte, Antonio Herranz se centró en la explicación del estudio, del cual destacó su dificultad y la necesidad de darle un carácter multidisciplinar al necesitar del trabajo de arqueólogos, geólogos, físicos y químicos durante año y medio de trabajo de campo y otros dos para la redacción de las conclusiones.

Tras explicar los métodos utilizados, señaló que entre las conclusiones estaban que en las pinturas de ambas cuevas aparecían materiales como el óxido de hierro o huesos calcinados, lo que cree, posibilita que en los dos lugares se utilizaba la misma tecnología, había la misma cultura en la misma época e incluso no descartó que fuesen obra del mismo artista.

De todos modos, al igual que los otros ponentes, expresó su deseo de ampliar los estudios para corroborar estas tesis, si bien entiende que esto ya no dependerá de sus deseos sino de la disponibilidad de presupuesto.