Llanes,

Patricia MARTÍNEZ

Los concejos costertos del oriente y el mar son indisolubles, no se pueden entender por separado. Sin embargo, pocas miradas conocen bien lo que separa los medios marino y terrestre, una formación de caliza azotada por un feroz oleaje que ha dado lugar a una colección de monumentos naturales no siempre reconocidos ni cuidados.

La geóloga Luna Adrados comenzó estudiando la peligrosidad en los bufones y acabó por descubrir un litoral de gran importancia y belleza, cuyos valores ha recogido en el libro «Costa oriental de Asturias. Un paisaje singular». El primer encargo se lo hizo en 2001 el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot), dependiente de la Universidad de Oviedo, a raíz de la muerte de un hombre al que la fuerza del bufón de Bramadoira, en la localidad llanisca de Llames de Pría, propulsó a unos cincuenta metros.

Los bufones son uno de los mayores atractivos para propios y extraños, posibles gracias a la confluencia de tres factores: una costa caliza -una circunstancia que sólo se da en el 10 por ciento del litoral español-; la presencia de conductos subterráneos verticales (simas) y horizontales (galerías), para que se produzca la conexión de los oleajes subiendo hacia la parte superior del acantilado, y, por último, tiene que haber un oleaje importante porque, como indica Adrados, «Mallorca y Menorca tienen costa calcárea, pero no oleaje ni marea».

Más de una década después del accidente, Adrados denuncia «algunos problemas de degradación debido a la masificación turística» en la misma zona aquel donde tuvo lugar, los bufones de Pría. Entre los factores perjudiciales para esta atractiva formación geológica destaca «el pisoteo de los turistas y la entrada de vehículos, que están produciendo una compactación del suelo que impide que se desarrollen las formaciones vegetales típicas de la zona».

La científica reclama «un control más exhaustivo, sobre todo de los vehículos», algo que se contradice con la intención del Ayuntamiento de Llanes de arreglar el acceso a los bufones hasta las zonas más sensibles de los acantilados, según denunció la Asociación de Vecinos de Llames de Pría.

Adrados profundiza y explica que, como consecuencia de las pisadas y el paso de vehículos, la piedra se compacta y las plantas no pueden introducir sus raíces, por lo que no pueden crecer. Además, las rodadas erosionan y desgastan el suelo, lo que destruye el lugar de vida de la vegetación de acantilado, de gran valor y presente en muy pocos metros de la franja costera. Por si fuera poco, la presencia de turistas en los bufones de Pría va a veces acompañada de comportamientos incívicos pues, como relata la geóloga, «la gente suele echar basura y piedras, para verlos volar con la fuerza del aire. He visto hasta sillas». En su recorrido por la costa oriental, Adrados pudo comprobar cómo «en otras zonas de bufones, más aisladas, no se nota esta presencia de basura».

Para frenar el proceso de degradación, la científica propone restringir el paso de vehículos y autorizarlo sólo a los agrícolas y ganaderos, un grupo que el colectivo vecinal también tiene en cuenta. Descarta prohibir la entrada, «porque son cosas dignas de ver», pero reivindica «una mayor concienciación. Son fenómenos kársticos muy únicos, una de las escasas manifestaciones en la península Ibérica y también a nivel mundial». Otra forma de proteger estos espacios es dándoles algún tipo de figura jurídica, como la de «monumento natural». A Luna Adrados le llama la atención que los bufones de Pría aún no disfruten de ese reconocimiento y lo reclama, «como mínimo», para este espacio, al igual que ya sucede con los bufones de Arenillas, en Puertas de Vidiago, y los de Santiuste, en Buelna. Ambas localidades llaniscas están recogidas en los itinerarios del libro, orientado a personas «curiosas por la naturaleza, no necesariamente geólogos», explica.

Los de Santiuste son bufones «más potentes en cuanto a fuerza del oleaje y altura alcanzada», debido, probablemente, «a que la conexión con el mar es más directa» y la costa está orientada al noroeste, de donde proviene el oleaje más fuerte. Las calizas del oriente sufrieron una historia geológica muy larga y muy compleja, por eso se observan muchas cuevas marinas, como las de Arenillas, en Puertas de Vidiago, que están situadas a diferentes alturas «y cada una marca una estabilización del nivel del mar en el pasado».

Los caprichos de la geología crearon en el oriente otro curioso atractivo, las playas interiores. En el concejo de Llanes hay dos, en la localidad de Buelna está El Cobijeru y en Naves de Llanes se encuentra Gulpiyuri. Estos parajes, antaño sólo conocidos por los lugareños, también han sido declarados monumentos naturales y su descripción técnica los define como «dolinas de marea».

Luna Adrados propone, libro en ristre, conocer el litoral del oriente a través de «once rutas senderistas fáciles, con muy poco desnivel y una duración de entre una y cuatro horas». Intentan ser circulares para poder usar un único coche y, a pesar de la sencillez, permiten conocer la zona «con mucha profundidad; los once itinerarios están muy pegados unos a otros». La geóloga relata cómo «muchas veces los propios llaniscos no saben dónde se ubica» alguna de las 400 fotografías que ilustran el libro. A juicio de su autora, la publicación «permite conocer fenómenos geológicos complejos e incluso para la gente que conoce la zona puede ser un buen descubrimiento».

A través de mapas y explicaciones teóricas, el lector conocerá el paisaje y sus elementos de interés, tanto geológicos como culturales o de otro tipo. Bufones, playas interesantes, estuarios, cuevas marinas e incluso arte rupestre, nada se escapa a la visita de Adrados. Una lectura que está teniendo un gran éxito, ya que se plantea una segunda edición para este verano.

Desde Pría hasta Pimiango, en el concejo de Ribadedeva, pasando por Cuevas del Mar, en Nueva, la Canal, en Villanueva de Pría, Torimbia y Toranda, Gulpiyuri, Cobijeru, los bufones de la villa de Llanes, Pendueles y Ballota, la costa del oriente ofrece auténticos espectáculos. Y no defrauda.