Los proveedores están de enhorabuena, después de varios meses de larga espera para poder cobrar sus facturas a los ayuntamientos. Ya casi les faltan unas pocas fechas para ver ingresadas en sus respectivas cuentas las cantidades adeudadas por la Administración local, puede que algunas de ellas pendientes de pago desde hace años. Sin duda, un soplo de aire fresco para la inmensa mayoría de los autónomos y pequeños empresarios que suelen fiar con asiduidad a la Casa de Todos, como gusta decir a más de un político.

Una importantísima medida que ha sido posible, o está camino de serlo, gracias a la iniciativa del Gobierno del Partido Popular que preside el señor Mariano Rajoy, casi recién llegado al palacio de la Moncloa. No se trata de demagogia o electoralismo puro, sino de saldar los cuantiosos pufos que se vienen acumulando, a modo de facturas impagadas, en los archivos municipales de muchísimos ayuntamientos de este país llamado España, incluidos -por supuesto- los de nuestra comarca del Oriente de Asturias.

Falta por saber, cuando quede solventado ese dilema, cómo actuarán los ayuntamientos a partir del actual ejercicio y siguientes, pues, de no adoptar más medidas de ajuste, parecen abocados a la quiebra económica. Digo esto porque me parece que la retahíla de facturas que pasarán a quedar pendientes de pago volverá a ser la tónica habitual dentro de nada. ¿Alguien se cree que las abonarán en el preceptivo plazo de 60 días o a más tardar a 90? Yo no me lo creo, sobre todo cuando los ingresos en concepto de tasas y licencias para la construcción de inmuebles han sufrido una grandísima merma.

Ahora, para apretarse el cinturón, tocan temidas medidas de ajuste en los ayuntamientos y organismos públicos que traerán de cabeza a más de un alcalde, con independencia de su ideología. Deben cumplir las pautas establecidas por la Administración central, ya que papá Estado igualmente se tiene que poner al día y evitar el dispendio del dinero público. El «tijeretazo» apunta a la reconversión de algunos de los duplicados o triplicados puestos de trabajo -digamos, para ser más claros, de plena confianza-, a los que podría afectar una reducción de los honorarios que perciben o incluso de la normal jornada laboral, por no apuntar a decisiones más drásticas.

En algún Ayuntamiento de nuestra comarca del Oriente, como es el caso concreto de Parres, existe un organigrama de obras y servicios auténticamente envidiable para un pequeño municipio, ya que dispone de arquitecta, arquitecto técnico y demás personal adscrito a ese departamento municipal. A todo ello debe añadirse un concejal liberado -alrededor de treinta y pico mil eurazos al año- encargado de supervisar el área, pese a que las obras faraónicas brillan por su ausencia en ese concejo. Todo un verdadero lujo, quizá necesario en anteriores épocas de bonanza en el sector de la construcción y la edificación, tanto pública como privada, pero no en la presente situación de angustiosa crisis que padecemos.

Otro rocambolesca realidad que me viene a la cabeza, también a modo de ejemplo, afecta al Ayuntamiento de Cangas de Onís, donde hace pocos meses se sacó a concurso la plaza de director interino de la Casa Municipal de la Cultura. Viendo la que estaba cayendo, a lo mejor hubiese sido una medida mucho más acertada haber amortizado ese puesto de trabajo -unos treinta mil euros- y ajustar los servicios ofertados por el citado equipamiento cultural. Hasta es posible que esos menesteres cotidianos, regulando hasta los habituales horarios, los hubiese podido ejercer cualquier otro operario municipal o bien el edil responsable de la antedicha área. Es mi opinión, aunque pueden no estar de acuerdo con ella.

Difícil se presenta el panorama para las diversas corporaciones municipales repartidas por el Oriente, sean del signo que sean. La fiesta hace tiempo que se terminó y toca abonar la factura. ¿Cómo? Allá cada político con su librillo, pero la situación es la que hay, les guste o no les guste. O cogen el toro por los cuernos o la situación se volverá abocada en un corto espacio de tiempo a la quiebra económica. Y el primero de los reajustes debería estar en los llamativos sueldos y honorarios -así como otras prebendas- que perciben mensualmente algunos de los regidores y concejales liberados en nuestra querida comarca. En sus manos queda, con todos mis respetos.