La Pereda (Llanes),

Patricia MARTÍNEZ

Cruzar la entrada de «Cae a claveles» es adentrarse en un espacio singular, al mismo tiempo relacionado con su entorno y dotado de una personalidad propia. La casa hotel que acaba de recibir el premio «Asturias» de Arquitectura está dentro del pueblo llanisco de La Pereda y a la vez crea un espacio diferenciado y muy personal.

Emma Fernández Granda, la artista plástica gijonesa que encargó la construcción del edificio, lleva dos días «con la sonrisa en la boca» por un galardón que llega tras una arriesgada apuesta y mucho esfuerzo. Asegura que los arquitectos Víctor Longo y Esther Roldán, autores del diseño, la «captaron bastante bien». Cuando visitó su estudio en Gijón, Longo hizo un primer boceto, «un dibujo de una colina en la que había alguien sentado en una hamaca», relata Fernández, quien de inmediato se imaginó en lo que hoy es el tejado de su casa.

El edificio emula una verde colina, como tantas pueblan el entorno de la falda de la Sierra del Cuera. Lo más singular, pero no lo único, es el tejado, «una losa de hormigón con forma de hélice que sustenta una cubierta vegetal», desgrana Fernández. El visitante pisa el mismo suelo en la finca, de 8.000 metros cuadrados, que en la cubierta, por donde puede dar un paseo. Es la «integración paisajística» recogida en las normas urbanísticas hecha arte, una casa hotel cuyo tejado no tiene ni dos ni tres aguas, sino que es la continuación del suelo.

La artista gijonesa veraneaba en la zona y buscaba «un sitio preservado paisajísticamente y cercano a Llanes», unos requisitos que encontró en La Pereda. Su idea, desde el principio, fue «montar una microempresa, un pequeño negocio sostenible desde el punto de vista económico y de esfuerzo personal, algo que no me hiciera incurrir en un endeudamiento excesivo, ni necesitara mucha contratación, como apoyo económico a mi verdadera profesión, que es el arte». De acuerdo a estas necesidades, el edificio tiene tres usos independientes: es la vivienda de Fernández, también su estudio de creación artística y un hotel de cinco habitaciones que comenzará a funcionar entre el 10 y el 15 de julio, aproximadamente. Muchos de sus huéspedes y vecinos se preguntarán de dónde viene el nombre, tan inusual en la zona como su diseño arquitectónico.

«Cae a claveles» surgió en el transcurso de la obra, una tarde de lluvia en la que Fernández comenzó a darle vueltas a la frase «llueve a claveles», que dio en «de las ruinas del cielo caen claveles» y acabó con la denominación actual. «Podría dar multitud de respuestas: porque cae a claveles la hierba, cae a claveles el cielo cuando hace sol y también cuando llueve, y la noche acunando mochuelos y luminarias», describe la artista.

Fernández está muy agradecida a la ayuda que recibió de los fondos Leader de Desarrollo Rural y a los agentes comarcales, que la apoyaron en todo momento. También «a toda la gente de Llanes, que me ayudó mucho a sacar la obra adelante». La simpatía es mutua, pues los vecinos de La Pereda creen que la presencia de la casa hotel galardonada es buena para la zona.

Sergio Tárano, del restaurante La Casería de Santa Marina, opina que «va a atraer gente. Todo lo que sea innovar, me parece bien». El hostelero señala que cuando abrió su negocio, hace 14 años, había una o dos casas alrededor. Hoy hay bastantes más, incluida la casa hotel de Emma Fernández. Otro vecino de La Pereda, Benito Romano, ha seguido el recorrido de las obras desde que comenzaron, hace dos años, y la describe como «una edificación moderna, que destaca por su construcción poco habitual».