Mier (Peñamellera Alta),

Emilio G. CEA

Con el lema «Con lobos no hay paraíso» serigrafiado en camisetas de color negro y un dibujo de un lobo comiéndose una oveja sobre una señal de prohibido, una veintena de pastores y ganaderos del municipio de Peñamellera Alta y alrededores llevaron a cabo durante el fin de semana la tradicional jornada de tosquila en la localidad de Mier. Una tosquila que, en opinión de los ganaderos presentes, será la última en esta localidad si no se adoptan medidas urgentes contra los reiterados ataques que sus rebaños están sufriendo por parte del lobo.

El ganadero de Mier Feliz Corral, última persona de esta localidad con rebaño, ejerció de anfitrión. Corral es uno de los ganaderos de la zona más afectados por los ataques del lobo. Este pastor, poseedor de un rebaño de 166 corderos y 218 ovejas, se ha visto obligado a bajar el ganado del puerto de Nedrina hace tres semanas tras contabilizar un total de 55 bajas en poco más de mes y medio. La situación era insostenible para este pastor que a diario empleaba más de siete horas en subir y bajar al monte para vigilar su rebaño. La tosquila de las ovejas es el preámbulo de la nueva subida del ganado que pretende llevar a cabo en próximas fechas. «Ya no queda pasto en el pueblo así que no me queda más remedio que volver a echarlas al puerto. No se las que bajaran aunque al ritmo que está matando el lobo puedo asegurar que muy pocas» dice resignado.

Este ganadero vive con incertidumbre una situación que está acabando con una forma de vida de la que han subsistido varias generaciones de sus antepasados. «He vendido muchas de las corderas. A finales de este año tengo pensado vender las que me queden y con ello se acabará para siempre el pastoreo en Mier. Tan solo habrá pequeños rebaños para uso familiar» sostiene.

El resto de los pastores participantes en la jornada de tosquila mostraron su solidaridad con su compañero y su profunda preocupación por el futuro del sector. «La convivencia entre los ganaderos con rebaños de ovejas y cabras y el lobo en los niveles poblacionales actuales de esta especie es imposible» manifiestan. La situación para el resto de ganaderos no es más halagüeña. El descenso de las rebaños de cabras y ovejas propiciará, según los pastores, que aumenten los ataques a terneros. «Los lobos tienen que comer. Si no hay ni ovejas irán a por los terneros y los potros» añaden. Actualmente se contabilizan en la zona entre dos y tres ataques semanales contra potros y xatos.

Los ganaderos mostraron también su preocupación por el futuro de los pastos. «Sin ovejas ni cabras en el monte el paisaje sufrirá un proceso de asilvestramiento, acentuado más, si cabe, si se sigue protegiendo al lobo, pues detrás de los puertos desaparecerán las vacas y las yeguas» predicen. Esta situación conducirá, según explican, a la desaparición del actual paisaje de los montes asturianos, moldeado conjuntamente por la acción de la naturaleza salvaje, los animales domésticos y el hombre.