El nombre de José María Remis tiene desde ayer más motivos para permanecer en la memoria de los amantes de los Picos de Europa. Si ya de por sí la trayectoria de este todoterreno pastor cangués le había hecho ganarse un hueco en el corazón de los montañeros que visitaban «las Peñasantas», el hecho de que a partir de ahora el refugio de Vegarredonda pase a llevar su nombre hará que su legado resista aún más al paso del tiempo.

Lo vivido ayer en Vegarredonda habla por sí solo de lo que Remis significaba para el montañismo asturiano. Un centenar de personas del mundillo no dudó en desafiar a la niebla para, en algo menos de dos horas, plantarse en el refugio a través de la pista de Pandecarmen y participar en un emotivo homenaje que culminó con el descubrimiento de una placa que ya preside el principal centro de recepción de montañeros de la zona.

En el encuentro no faltaron referencias y dedicatorias al que fuera pastor, quesero, montañero, guía y, ante todo, padre de familia. Especialmente orgullosas llegaron al lugar sus dos hijas, Carmen y Nori, y sus cinco nietas, Carmen y Cristina Castro y Carmen, Leonor y Juanita Riquelme, acompañadas también por la bisnieta del legendario guía, Helena Ocaña. «La familia no tiene palabras para explicar el agradecimiento que supone este gesto», comentó la nieta Carmen Castro, en referencia a la iniciativa del grupo de montaña «Peñasanta», avalada por el Ayuntamiento de Cangas de Onís y por la Federación de Montaña del Principado de Asturias, de dar el nombre de Remis al refugio.

La gran ausente fue la viuda del guía fallecido hace ahora diez meses, Honorina Valle, para la que el resto de la familia tuvo un recuerdo especial. «Este reconocimiento es también para ella, pues fue el pilar de la familia mientras nuestro padre estaba en la montaña», indicó Nori Remis, en nombre de una familia que también transmitió a los presentes el sentimiento de su madre. «Lleva todo el día llorando, pero no de tristeza, sino de orgullo y de agradecimiento por lo que el acto de hoy supone», señaló su hija Carmen.

El homenaje consistió en varias intervenciones en las que participaron montañeros de diferentes puntos de España, como Castilla y León y el País Vasco.

La ocasión propició un recordatorio de las principales virtudes de José María Remis y de las anécdotas compartidas con él. El ex presidente del grupo de montaña «Peñasanta», Pedro Carrio, explicó lo que movió al colectivo a proponer el cambio de nombre del refugio. «Fue el encargado de humanizar este lugar, dando un trato exquisito como guía a los visitantes», apuntó Carrio.

El presidente de la Federación Asturiana de Montaña, Juan Rionda, reconoció no sólo la labor de Remis sino también la de su padre, «Caín», como creador de la vía del Ojal en 1920. De Remis destacó su «socarronería y humor» y que «fue el mejor guía de motaña sin tener título». Destacó que, cuando los alpinistas Herrero y Tresaco dejaron un palo como señal de la hazaña que supuso su ascensión al Porru Bolu, el pequeño José María, con 11 años por entonces, no sólo subió y cogió el palo, sino que retornó antes que los montañeros.

Historias como estas suscitaron las carcajadas, aunque también hubo muchas lágrimas de emoción, como las del amigo de Remis Juan Menéndez, que durante medio siglo compartió labores de pastoreo con él. «Era la persona más trabajadora que he conocido, un amigo de los de verdad y me atrevería a decir que un hermano», contó con la voz quebrada. «Hoy se hace justicia con una persona de enorme corazón».