Infiesto (Piloña),

-¿Tienen interés los piloñeses por su historia?

-Creo que, como cualquier ciudadano, están muy interesados en su historia y eso se aprecia más fácilmente cuando hay algún acto cultural que tiene por objeto hablar de la historia o de cualquier actuación en el concejo. Hace unos tres o cuatro años publiqué una guía de Piloña de la colección «Asturias concejo a concejo», en la que se hablaba de su historia, de su patrimonio. Ha tenido un éxito tremendo, está agotada la edición y el día de la presentación fue muy bien acogida. Pasa en estos concejos de las alas que la oferta cultural con un cierto nivel es acogida porque no hay excesiva competencia.

-¿A qué cree que se debe esta falta de competencia?

-Sí hay actividades culturales. Me refería a ciertos niveles, que si escasean es porque a lo mejor quien coordina u organiza no acierta en la oferta que puede dar y por eso a veces no tienen el éxito que se espera. Creo que la oferta y el público que asiste son algo íntimamente relacionado: no hay público cuando la oferta es mediocre, pero sí hay muchedumbres cuando el acto es interesante y de cierto relieve.

-Como cronista oficial de Piloña, ¿qué cuatro momentos de la historia del concejo destacaría?

-Debió de ser muy importante en la época prehistórica, por los datos de los yacimientos arqueológicos que tenemos. Pudo serlo también el rechazo de la invasión musulmana, tal como nos relatan las crónicas de la época, y realmente fue definitivo el momento en el que este territorio se convierte en municipio en la Edad Media, a finales del siglo XIII.

-¿Cómo sucedió aquello?

-Es muy complicado, porque aquí no hay una carta puebla concedida por un rey a un territorio determinado. Estos territorios estaban en manos de linajes y familias nobiliarias e incluso de otros estamentos, como podría ser los grandes monasterios. En 1297 la autonomía municipal ya está plenamente consolidada. Y ha sido totalmente definitivo para su historia cercana la configuración de la actual villa de Infiesto en el siglo XIX, con la reestructuración urbana.

-De la misma forma, ¿qué personas sobresalieron por su labor en el concejo?

-Yo creo que la familia de Alvar Díaz en la Edad Media, miembro de la casa de Nava, ha sido muy importante al tener en estas épocas un gran poder. No menos importantes fueron también diversos nombres de linaje, entre ellos los Unquera y Antayo, marqueses de Vistalegre. El nombre que más repercusión tuvo, porque residió y murió aquí, fue el quinto Marqués de Vistalegre, Luis María Unquera y Antayo.

-En alguna ocasión ha comentado que Piloña, a diferencia de otros concejos, carece de estudios de su historia y patrimonio.

-A Piloña le pasa una cosa muy singular, que no sé si es buena o mala. El hecho de estar un poco alejado de las áreas urbanas importantes le permite conservar mucho de su paisaje y creo que también bastante de su patrimonio. Eso no quiere decir que no esté cuidado o por lo menos inventariado, pero estudiado está muy poco. De ahí las grandes sorpresas, como la cueva del Sidrón y otros yacimientos que duermen el sueño de la paz. En estos momentos es algo muy oportuno, porque mientras estén ahí no sufren agresiones ni de visitas ni de expolios. En eso también habría que preguntar a las administraciones por qué no han incidido más en este tipo de cosas en los buenos años.

-¿Cree que el yacimiento del Sidrón tiene la repercusión que se merece?

-Yo creo que sí, que tiene mucha repercusión. Pero en la historia nunca se pueden acelerar los acontecimientos. Todo debe llevar un paso tranquilo y sobre todo en estas circunstancias, en que el dinero escasea.

-¿Ve necesario el museo proyectado y después denegado?

-Soy bastante escéptico, creo que no estoy nada afectado por la fiebre de los museos asturianos. Muchos de ellos tienen de capacidad museística el nombre, pero son simples imágenes virtuales y esto me parece que es excesiva mediocridad. Creo que en un museo debe hablarse con seriedad: hay que tener un contenido, unos espacios, un proyecto y un capital. Si no existen esos requisitos, lo demás es engaño, y ya está bien.

-En Piloña funciona el Museo del Reloj. ¿Qué le parece?

-Muy interesante, fundamentalmente porque tiene contenido museístico. Es un proyecto prácticamente único en Asturias y en el norte de España, no sé si hay algo en La Coruña. El contenido, las piezas acumuladas ahí, realmente son dignas de un proyecto museístico como se debe. Es un proyecto privado que lógicamente tiene el apoyo municipal y la colaboración de la Fundación Marqués de Vistalegre, que es donde está situado. El proyecto, aparte de ser riquísimo por su contenido, tiene una gran función didáctica.

-Piloña lleva una racha muy televisiva, apareciendo en varios programas.¿Ocupará un nuevo capítulo en su historia?

-Yo creo que no, esto es fruto de los tiempos y es todo tan efímero como mediocre.

-¿Qué opina de que el concejo sea más conocido por la pequeña pantalla que por su paisaje y patrimonio?

-Eso sí que me duele, que de un municipio como Piloña, con tanta riqueza paisajística y monumental, no hayamos sabido exportar estas ideas y este patrimonio tanto como las imágenes. Es verdad que una imagen vale más que mil palabras, pero esto sería algo sobre lo que quienes dirigen los destinos de estas tierras tendrían que reflexionar. Este no es un municipio huérfano de patrimonio y de monumentalidad.

-¿Para cuándo esa historia del concejo más extensa que le gustaría publicar?

-Hago compatible la investigación con la enseñanza. Los ratos dedicados a la investigación realmente son pocos, pero aún así abordo muchos temas. Poder hacer algo con más profundidad de Piloña es mi sueño y en mis ratos libres claro que sigo con ello, pero hay que darle tiempo al tiempo, hay otras investigaciones que corren un poco más de prisa.

-Es especialista en historia monástica y ha alertado a la administración sobre la necesidad de conservar este patrimonio. ¿En qué situación se encuentra?

-El patrimonio monástico asturiano es un problema grave. Tenemos monasterios que están en una situación deplorable y eso si que corre prisa, porque es ahora o nunca. En edificios como el Monasterio de Cornellana, o hay una iniciativa y se comienza a hacer algo o desaparecen. Ya tenemos bastantes desaparecidos, unos por ruinas y otros por la «piqueta incivil», como para permitirnos el lujo de que nuestro patrimonio siga desapareciendo.

-¿Hay alguno que corra peligro en la comarca oriental?

-El Monasterio de San Antolín de Bedón, en Naves de Llanes, tiene una situación dolorosísima. No sé si está acabado el tema de la titularidad pero, sea quien sea, la administración está obligada a mantener aquello en un perfecto estado, no en la situación en la que se encuentra. Ha sido recuperado y muy dignificado el ábside de Santa María de Villamayor, un resto de un gran monasterio asturiano, y por eso estoy muy satisfecho.

Piloñés e historiador

Andrés Martínez Vega es natural de Piloña y está licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo, donde también se doctoró con la tesis «Historia del Monasterio de Santa María de la Vega (Oviedo). Historia y fuentes». Se ha especializado en historia monástica medieval, área de investigación en la que trabaja actualmente y hace compatible con su actividad docente en el instituto de Infiesto. Es, desde 1985, cronista oficial de Piloña y coordina la colección «Asturias, concejo a concejo», editada por el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea), del que es Miembro de Número Permanente. Pertenece a la Academia de Heráldica y Genealogía de Asturias y colabora habitualmente con LA NUEVA ESPAÑA.