Oviedo, Félix VALLINA

Una «mancha húmeda y oscura» en el suelo, situada en el radio de apertura de la puerta delantera derecha del vehículo, en el lado del acompañante. Ese detalle, casi imperceptible durante una noche cerrada como la de aquella madrugada, es el que sitúa a Alexis Manuel Feliz en el escenario del crimen de Guillermo Amieva, el taxista parragués que apareció cosido a puñaladas en las inmediaciones de la localidad de Collía (Arriondas) la noche del 20 de abril del año 2010. Al menos eso sostienen los miembros del equipo de la Guardia Civil que se encargó de las investigaciones, cuyos miembros declararon ayer, durante la primera jornada del juicio por la causa, que esa «mancha» resultó ser de saliva y que, al ser analizada, se hallaron restos biológicos que se corresponden con la identidad del joven dominicano.

A esa prueba se aferra el ministerio fiscal para solicitar 23 años de cárcel para Alexis Manuel Feliz. A ésa y a las investigaciones que supuestamente certifican que el acusado tenía en su poder el teléfono móvil del fallecido y el navegador que llevaba en su coche el día de su asesinato. No obstante, el joven dominicano lo niega todo. «Conocía a Guillermo igual que conozco a la mayoría de taxistas que trabajan en la zona porque solía ser un cliente habitual, pero no lo maté. En ese momento yo vivía en Cangas de Onís y esa noche estuve en Arriondas, pero fui en coche y no cogí ningún taxi», señaló Alexis Manuel Feliz, que sólo se prestó a contestar a las preguntas de su abogado, Luis Álvarez Arboleya. El letrado de la defensa tiene muy claro que la prueba de la saliva, «aunque es de él y está en la carretera», no es «contundente ni definitiva». Álvarez Arboleya asegura: «Por esa regla de tres, cualquier persona que hubiera pasado por allí dos horas antes podría estar sentada en el banquillo» y destaca que lo importante «es que en el interior del coche no se hallaron restos biológicos de mi cliente».

La pista del teléfono móvil del taxista asesinado comenzó a seguirse desde la misma noche del crimen. «A las 02.56 de la madrugada un compañero de Guillermo Amieva recibió una llamada -sin conversación- desde el teléfono del fallecido, realizada desde Cangas de Onís y canalizada a través de un repetidor en concreto. «A raíz de ahí pedimos las grabaciones de los bancos que hay en las inmediaciones de ese repetidor y descubrimos que el acusado aparecía a esas horas en los vídeos». Pero no es sólo eso: Alexis Manuel Feliz se fue a Suiza seis días después del crimen. Su compañero de piso en Asturias denunció en ese momento que el dominicano le había robado el coche y dos ordenadores antes de irse y la Guardia Civil -que ya lo investigaba por el asesinato de Francisco Javier Viego, un crimen por el que ya ha sido condenado a 23 años de cárcel- le pidió al denunciante que los dejase entrar en la vivienda para tratar de recopilar ADN del acusado en alguno de sus objetos personales. «Cogimos unas colillas y algunas botellas de agua», relató uno de los investigadores.

Las sospechas resultaron ser ciertas. El ADN se correspondía con el hallado junto al coche de Guillermo Amieva. Todo apuntaba a Alexis Manuel Feliz, que poco después fue detenido en Suiza, donde tenía una causa pendiente «por una multa de tráfico», según su abogado. El acusado fue extraditado y el día que entró en la cárcel madrileña de Soto del Real, donde estuvo unos días, se encontraron unos objetos en el módulo de ingresos que no fueron reclamados por ninguno de los reclusos que ese día entraron en la prisión. Se trataba del móvil de Guillermo Amieva, de su navegador y de un disco duro perteneciente a una empresa de deportes de aventura de Cangas de Onís en la que el acusado estuvo trabajando y que había sido objeto de un robo. «Los otros dos presos que ingresaron ese día no tenían ningún tipo de relación con Asturias y en el teléfono móvil estaba la tarjeta de Alexis», explicó uno de los guardias civiles. Pero eso se supo después, ya que antes uno de los funcionarios de la prisión madrileña cometió un error. Se quedó con el teléfono móvil y se lo regaló a su mujer; un hecho que, según el abogado da Alexis Manuel Feliz, «sirve para romper la cadena de custodia y para invalidar» una prueba que puede ser determinante.

Durante la vista de ayer también declararon los forenses. Aseguraron que el taxista «trató de defenderse» y de «parar el cuchillo» con las manos, pero que ni siquiera le dio tiempo a quitarse el cinturón de seguridad antes de recibir las 36 cuchilladas que le costaron la vida. Los profesionales aseguran que el asesino «seguramente iba en la parte de atrás», ya que el fallecido tenía la mayoría de las heridas en la parte derecha del cuerpo. Pero alguno de los tajos también se localizó en la parte izquierda, lo que hace sospechar que el asesino se bajó del coche, abrió la puerta del conductor y siguió acuchillándolo. La defensa también baraja otra teoría: «¿Pudo haber otra persona en el lugar del crimen?», preguntó. «No se descarta», señaló uno de los forenses.