Oviedo, L. Á. VEGA

El jurado no dejó lugar a la duda y encontró culpable por unanimidad, tras reunirse unas cinco horas, a Alexis Feliz del asesinato del taxista Guillermo Amieva, cometido en Collía (Parres) el 19 de abril de 2010. Los familiares de la víctima dieron rienda suelta a las lágrimas, que no eran precisamente de alegría. «Nos salió algo a derechas dentro de todo lo malo que tenemos encima», lamentó Severino Amieva, padre de la víctima. «Esto es lo que queda de la familia», añadió señalándose a él mismo y a varias primas de Guillermo Amieva. «La familia, acabó con ella. La madre de Guillermo murió a los once meses, con 57 años», lamentó este padre, deshecho.

La madre de Alexis Feliz, tras oír el veredicto, salió de la sala de vistas mostrando una gran entereza, pero, lejos de las cámaras, rompió a llorar desconsoladamente, junto a su pareja y su otro hijo. Ahora será el juez quien decida la condena para Feliz, entre los 25 años solicitados por la acusación particular, los 23 de la fiscal y los 15 de la defensa, obligada a pedir el mínimo posible dentro del límite establecido por el jurado, que ha considerado los hechos como un asesinato.

Se liberaba así la gran tensión acumulada durante el juicio, iniciado el pasado lunes. Los familiares de Guillermo Amieva tuvieron que escuchar al presunto asesino, que al tomar la última palabra se dedicó a puntualizar uno a uno aquellos puntos que podían perjudicarle. Ni una palabra de empatía hacia el dolor de la familia. Comenzó por explicar las circunstancias que le habían llevado a Asturias, de forma que el magistrado, Javier Domíguez Begega, tuvo que decirle: «No se le concende la palabra para que nos cuente la historia de su vida. No procede».

Feliz se abonó a una teoría conspirativa. «No tengo nada que ver con el asesinato ese. No quieren llegar al fondo con esta investigación», dijo. Y cuando el juez le quitó la palabra, añadió: «No me dejan hablar, no me dejan explicarme». El padre de la víctima diría al final del juicio: «No esperamos nada de él. Si uno comete un error, pide perdón. Podría haberlo hecho, y haber contado alguna cosa más».

Ayer todavía hubo tiempo para las declaraciones de varios agentes de la Policía Judicial y Criminalística de la Guardia Civil. Los primeros fueron los que encontraron casi milagrosamente, en plena madrugada y en tiempo récord, la mancha de saliva que colocó en el lugar del crimen a Alexis Feliz. Estaba junto a la puerta del copiloto y llevaba allí «unas horas», según los agentes. El ADN extraído de ese escupitajo coincidía con el hallado posteriormente en objetos ligados al acusado: unas botellas de agua, un frasco de enjuegue bucal, una copa, dos colillas, una pulsera, un pendiente, un reloj y una zapatilla de deporte.

En la vista también se presentó un informe de la Policía suiza en la que detallaba algunos objetos hallados en poder de Feliz cuando fue detenido al entrar en el país tras el crimen. Entre ellos se encontraba un GPS y un móvil del taxista. El móvil lo cogería luego un funcionario de la prisión de Soto del Real, cuando el dominicano fue extraditado a España. El que lo activase en su casa permitió a la Guardia Civil dar con una prueba esencial, a la vista de las pruebas de convicción en la que se basa el veredicto. El letrado de la acusación particular, Enrique Vázquez, ha solicitado al juez que se abran diligencias al funcionario de prisiones por apropiarse del móvil, aunque su testimonio ha sido no obstante crucial.

El jurado no tuvo dudas a la hora de valorar el objeto del veredicto. Considera probadas íntegramente las tesis de la fiscalía. Rechazó sin votos en contra la tesis de la defensa de que no había pruebas de que Alexis Feliz cometiese el crimen. También por unanimidad, el jurado se opuso a la concesión del indulto y a la suspensión del ingreso en prisión. Y basó su veredicto tanto en la mancha de saliva, que «localiza al acusado en el lugar de los hechos», como en la circunstancia de que se le encontrasen objetos robados de la víctima, como un móvil o un GPS.