Infiesto (Piloña),

Lucas BLANCO

«A pesar de que pocos lo conocen, se trata de posiblemente el museo con mayor contenido de Asturias». Con esta rotunda afirmación se refería ayer el cronista oficial de Piloña, Andrés Martínez, a la importancia del Museo del Reloj de Infiesto, conocido oficialmente como la Casa del Tiempo, hacia el cual asegura que existe una infravaloración por parte de las diferentes administraciones públicas.

El propio Martínez, que además es profesor de historia en el IES Infiesto y miembro de número del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), visitó la sala museística ubicada en el edificio de la Obra Pía de la capital piloñesa junto a un grupo de alumnos y posteriormente invitó a que todo el mundo conozca y compare los diferentes equipamientos museísticos, sin olvidar el de Piloña. «Es un orgullo como piloñés que exista esto en mi concejo, pero también es muy triste que sea desconocido por falta de promoción», señaló el historiador acerca de este equipamiento que sigue sin ser inaugurado a pesar de que lleva en funcionamiento desde el verano.

Asimismo, explicó que lamentablemente son pocas las iniciativas culturales «dignas» y que estas pocas «siempre surjan a través de instituciones privadas». Por ello, pidió a los representantes políticos que se pasen a conocer un museo que considera único por su carácter didáctico e interdisciplinar. «Los jóvenes vienen aquí y aprenden matemáticas, física, química e historia y además les resulta entretenido», sostiene el profesor que afirma haber recomendado ya la visita a docentes de otras materias, como Tecnología.

Prueba de las afirmaciones del cronista oficial es la satisfacción con la que salieron ayer de La Casa del Tiempo los treinta alumnos de cuarto de la ESO y primer de Bachillerato que visitaron las diferentes salas del equipamiento. Durante casi dos horas, los estudiantes fueron guiados por el presidente de la asociación Avagar e impulsor del centro, Pedro Suárez, quien les mostró los diferentes tipos de relojes y usos que se desarrollaron de estos a lo largo de los últimos siglos, así como los métodos utilizados para su construcción y la historia que todos ellos tienen detrás.

Toda una clase magistral en la que no faltaron numerosas preguntas de unos alumnos que quedaron boquiabiertos con los complicados sistemas de funcionamiento de relojes, que van desde los de mano hasta los utilizados en las estaciones de ferrocarril, sirviendo como complemento perfecto al estudio de la revolución industrial que estos días están realizando en clase.

Suárez, por su parte, mostró su satisfacción de que poco a poco las visitas de grupos de centros educativos vayan proliferando y se felicitó por el hecho de que la mayor parte de los visitantes del museo hayan venido por una recomendación. «Muchos visitantes vienen porque alguien les dijo que les había gustado», declara este amante piloñés de la relojería.