Lastres (Colunga),

Patricia MARTÍNEZ

En las tardes de invierno, cuando el temporal no dejaba faenar, los marineros de Lastres se reunían en la Casa del Pescador a leer, jugar y conversar. La Cofradía de Santa María de Sábada creó el singular centro social y cultural en 1946 y ahora ve cómo, si no reciben ayuda para rehabilitarlo, el espacio y lo que atesora podrían perderse, víctimas de la humedad y la polilla.

Pedro Santos Llera Menéndez es el secretario de la Cofradía desde 1987 y explica que la Casa del Pescador tenía aforo limitado, de unas cincuenta personas aproximadamente, y hacía falta un carné para entrar. Recuerda que había «gente en las escaleras, esperando que salieran unos para entrar otros».

Dentro accedían a libros de consulta y a una biblioteca itinerante, que funcionaba con el sistema de préstamos. En una de las mesas en las que tantas tardes departieron los pescadores locales aún queda el registro donde anotaban las donaciones de las que se nutría el fondo bibliotecario.

La primera consistió en diez tomos de un diccionario y la última está fechada en octubre de 1979. Entre ambas pasaron por la Casa del Pescador de Lastres 2.243 libros y buena parte continúa en las estanterías. Pero ahora ya nadie los lee y la falta de uso y cuidado están deteriorando sus páginas, al igual que pasa con el mobiliario.

Llera Menéndez subraya que «había que recorrer mucho para encontrar un local de estas características» e incluso hoy hay que hacerlo, puesto que ninguna otra cofradía de la comarca cuenta con un espacio social y cultural similar. Era, además, donde la junta directiva de la Cofradía lastrina celebraba sus reuniones y, en general, el punto de encuentro de sus socios, marineros en activo.

Armadores y pescadores la frecuentaban gratuitamente, pero «no se permitía la entrada a mujeres», rememora el secretario. Hasta 1987, año en que él asumió el puesto, las esposas de los marineros tampoco podían ir a la comida anual de San Roque.

Poco después, mediada la década de los noventa, el centro se cerró al público, ya que se mantenía con presupuesto de la Cofradía de Santa María de Sádaba. El gremio pagó durante décadas a un trabajador para gestionarlo, pero la crisis en el sector y la necesidad de reducir costes obligaron a prescindir de él. Durante algún tiempo le sustituyó un jubilado, pero ahora sólo recibe visitas puntuales.

«Y da pena enseñarla por el estado de abandono en el que está», lamenta Llera Menéndez. «El tejado tiene humedades, que traen consigo la polilla, que está atacando muebles y libros», añade. Los primeros son de castaño y muchos llevan tallados laboriosos adornos marineros. Entre los segundos, los que más abundan, destacan «cuatro libros de Historia Natural donados por el rey Alfonso XIII y unos tomos de El Quijote, ilustrados por Gustavo Doré en 1875», describe el secretario de la Cofradía.

No son los únicos tesoros, pues otro de los grandes pasatiempos de los marineros era el «Juego de Regatas», un tablero con un dibujo a escala de la bahía de Lastres en el que se disputaban regatas virtuales. En el juego, los dados marcaban la dirección del viento y las fichas eran pequeños veleros de latón. «Tenía una aceptación tremenda», asegura Llera Menéndez antes de apuntar al cuadro de honor que distinguía a los mejores jugadores, colgado en una pared junto a las instrucciones que regulaban la partida. Este patrimonio -suyo y de todos los lastrinos, pues toda la villa estuvo vinculada de una u otra forma con la mar- corre serio peligro si no se acometen las obras necesarias. La Cofradía de Santa María de Sábada encargó un anteproyecto para rehabilitar el edificio en el que se estima el coste de la obra en más de 120.000 euros.

Estos trabajos incluyen una reforma integral, también de la primera planta, donde los pescadores plantean hacer un museo de la mar, además de mantener la espectacular biblioteca en la segunda y, «si hay algún tipo de ayuda, mantenerlo abierto al público».

La Obra Social y Cultural de la desaparecida Cajastur -ahora Liberbank- había ofrecido financiación para abrir el edificio los tres meses de verano, pero aquel proyecto se esfumó.

Los pescadores lastrinos pensaron que la línea de los fondos europeos de pesca destinada a mantener el patrimonio de las cofradías encajaba perfectamente con su objetivo de recuperar la Casa, pero «el dinero de la convocatoria de 2012 no daba ni para pagar el proyecto de la obra», subraya el secretario. El plazo de los fondos es hasta 2015 y en la Cofradía estarán atentos a sucesivas convocatorias, pues tienen interés en que su patrimonio no se pierda.

La meta es «poder tenerlo abierto tanto para ser visitado como para fondo bibliográfico», indica Llera Menéndez al tiempo que recuerda que en Lastres no hay Casa de Cultura. La Casa del Pescador guarda centenares de libros y de utensilios marineros tales como bitácoras, brújulas, ruedas de timón sujetando las bombillas y fotografías, pero también innumerables historias de galernas y capturas que deberían permanecer entre las paredes que las escucharon.