El queso de los Beyos confía su futuro a un guiño llegado desde el corazón de Europa. El visto bueno dado por Bruselas a comienzos de este mes a la Identificación Geográfica Protegida (IGP) del producto lácteo más popular en los concejos asturianos de Amieva y Ponga y el leonés de AmievaPongaOseja de Sajambre supone para muchos el último intento por evitar su desaparición, después de varios años de declive, a los que sólo sobreviven actualmente tres productores.

Si bien el portavoz de estos, Marino González, mostró recientemente su esperanza de que los quesos puedan ser identificados con el distintivo europeo a partir del próximo verano, lo cierto es que de momento nadie sabe con exactitud cuáles serán los trámites a seguir para alcanzar dicho objetivo. El hecho de que los queseros pertenezcan a dos comunidades autónomas obliga a efectuar los trámites a través del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, al cual corresponderá dictaminar si es necesaria la creación de un consejo regulador.

Una alternativa que será abordada en las próximas semanas por los queseros en una reunión, si bien podrían plantearse otras fórmulas para sacar adelante la IGP, pues actualmente sólo existen dos queserías en el concejo de Amieva y una en Oseja de Sajambre, y el deseo de los productores es que el proceso sea lo menos complejo posible.

Es el caso de la quesería Jaime, de la localidad amievense de Pregondón, la cual aboga por un sistema sencillo de etiquetado para promover el aumento de producción. «Esperamos que la IGP no suponga más trabas, ya que hay bastantes y soy de los que piensan que si no hubiera trabas habría muchos más productores», declara el quesero Carlos Calleja, que, no obstante, considera positiva la distinción europea. «Siempre hemos vendido calidad, pero ahora por lo menos dispondremos de algo que lo acredite», apunta Calleja, que considera bajo el precio, en torno a 15 euros el kilo de queso, en relación al trabajo que conlleva. «Ojalá se comience a valorar más el Beyos», indica el productor.

En la misma línea se pronuncia la quesera Aurora González, de la quesería La Collada de Amieva, que confía en que la IGP impulse el conocimiento del queso y permita hacerlo más rentable. «Mucha gente dejó de producirlo porque conlleva mucho trabajo y deja poco beneficio», declara González, que, aunque no se atreve a decir que la IGP llega tarde, si cree que hubiese venido mejor hace unos años. «Con el tema de la crisis, la demanda ha bajado bastante y mucha gente dejó de fabricar», señala la mujer, defensora a ultranza de la calidad de este tipo de queso.

Por su parte, la quesería Neón, de Oseja de Sajambre, también valora positivamente el reconocimiento de la IGP, aunque se muestra cauta respecto a la mejoría de las ventas. «Habrá que ver si finalmente tiene resultado, pero al menos sí que da un prestigio añadido al queso», explica la quesera Ángeles María Collado, que, aun así, lamenta que durante mucho tiempo se descuidara el queso, llevándolo incluso a perder cierta calidad. «Queda poca gente haciéndolo y el tener los márgenes tan justos puede que obligue a no hacerlo con la mejor materia posible», indica la productora, en clara referencia a la escasez de leche autóctona, que limita seriamente la producción del queso. «Se vende toda la producción, pero ésta es cada vez menor por el declive de la ganadería», coinciden en señalar unos productores que esperan solucionar cuanto antes los trámites de la IGP con la esperanza de que ésta suponga el inicio de la recuperación del preciado queso.