El huerto convencional de la asociación de discapacitados «Emburria», con sede en Cangas de Onís, comienza a dar sus frutos. De momento, son lechugas de dos tipos, roble y de Batavia, pero en seguida comenzarán a brotar otros productos en la extensión de tierra donada por un vecino cangués. Con esta iniciativa la asociación pone en marcha su primera actividad empresarial, en la que los usuarios, junto a sus familias, son los encargados de llevar a buen puerto una iniciativa que en un futuro puede ser su futuro laboral. En la explotación trabaja medio centenar de usuarios de toda la comarca oriental.

La denominación de «huerto ecológico» es el objetivo. Cada día está más cerca y sólo resta que se certifique la marca de calidad. Los usuarios son los encargados de mantener el huerto desde el pasado mes de abril, cuando la asociación hizo un llamamiento para que alguien les cediera un terreno. La respuesta no se hizo esperar y el cangués Joaquín Redondo, muy próximo a la asociación, cedió unos 350 metros cuadrados de terreno en el barrio de Contranquil.

Desde el pasado 13 de junio, día de San Antonio, patrón de Cangas, ya está instalada una caseta a la que, los lunes, miércoles y viernes, de diez a doce de la mañana, podrá acercarse cualquier vecino para adquirir los productos de la huerta. La idea de la asociación es que no sólo se vean los frutos, sino también el trabajo que con esmero están realizando los usuarios. También se está formando un grupo de consumo, que llevará cada semana los productos de la época.

El proyecto del huerto de productos naturales está enmarcado en el Servicio de Apoyo a la Inclusión Social (SAIL). Este servicio trabaja, por un lado, en el mercado laboral (prospección empresarial), fomentando oportunidades laborales, y, por otro, con la propia persona demandante de empleo.

Asimismo, se realiza un plan individual que garantice los apoyos necesarios para que el demandante pueda acceder a su puesto de trabajo. En el caso de personas con discapacidad, estos condicionantes externos, muchas veces, son los que repercuten más negativamente en la inserción. El programa cuenta con un preparador laboral que realiza empleo con apoyo. Debido a la situación actual del mercado laboral y la no adecuación del programa a todos los usuarios surgió la iniciativa de poner un huerto, con el fin de ofrecer una alternativa laboral y formativa en la que cada uno desarrollase sus capacidades individuales.

El proyecto del huerto va dirigido a personas con discapacidad intelectual y con cierto grado de autonomía, que dispondrán de un monitor durante al menos dos horas diarias. El proyecto comprende las etapas de conocer, limpiar y arar el terreno; preparar el espacio y sembrar las plantas que ya tienen: lechugas, pimientos (de Padrón e italiano), acelgas, zanahorias, cebolletas, calabacín, berza, repollo y vainilla amarilla.

Asimismo, se pretende que el huerto a largo plazo genere una producción óptima y buscar posibles colaboraciones de empresarios de la comarca. El siguiente paso será un invernadero en el que poder cultivar todo el año. Pese a la cercanía de la ciudad canguesa y la accesibilidad del huerto, la asociación confía en la buena fe de la gente y que respeten el trabajo, muy importante para los usuarios.