Los ganaderos, aglutinados en torno a la plataforma GEA, aseguran que el campo asturiano está padeciendo en la actualidad «la mayor crisis de su historia», pues las actividades ganaderas vinculadas al uso de más del 66 por ciento de la superficie regional «corren un riesgo serio de desaparecer». Esta situación es, según indican, «el culmen de un proceso de abandono del monte, derivado de una desastrosa gestión institucional del territorio que comienza a deteriorarse hace más de veinte años», señala GEA.

Las «claves» de este proceso de degradación son, según los ganaderos, «un exceso de población de especies como el lobo o el jabalí», un «descontrol absoluto del proceso de matorralización del monte», la «proliferación de normativas absurdas y asfixiantes», la «dependencia económica de las subvenciones» y una «falta de valoración justa del trabajo de los campesinos en los mercados. Por ello, exigen una «negociación inmediata con los ganaderos independientes y asociaciones» para abordar los asuntos más urgentes, entre los que figura la «paralización del plan de gestión del lobo que está a punto de aprobarse sin nuestra participación», subrayan.

Más, la «exclusión de los usos agropecuarios del canon de saneamiento»; el «mantenimiento de las negociaciones en pro de un futuro plan de gestión silvopastoril o agroecológico que regule de forma concluyente un manejo estable de los ecosistemas silvopastoriles asturianos». Un plan que incluya «una política de quemas controladas, desbroces y acotamientos adaptada a la realidad de los ecosistemas agrosilvopastoriles de la región y de la ganadería tradicionales»; un «control eficaz de la fauna salvaje hasta los límites que exija la compatibilización de la presencia de las distintas especies con la ganadería local», así como «actuaciones de control inmediatas para casos de intensidad excepcional en los ataques» y la «declaración de áreas exentas de lobo allí donde se considere objetivamente su incompatibilidad con la ganadería local».

Una política de «pagos justos, totales e inmediatos de todos los daños, directos e indirectos, a la par que una persecución eficaz de los posibles fraudes» y una «transparencia absoluta en la gestión de fondos públicos relacionados a todos los niveles con la actividad ganadera», como subvenciones, desbroces o indemnizaciones, es otra de las peticiones. La última demanda de GEA es el «cese o la dimisión» del actual director del parque nacional, Agustín Santori.

El manifiesto de los ganaderos

Quiero quedarme en mis montañas

Querida Asturias:

Me llamo Covadonga, como la Santina, y soy de un pueblo de aquí al lado que se llama Llerices. Mis padres son ganaderos, y mis abuelos, y los abuelos de mis abuelos también lo eran. A mí me gustaría también ser ganadera, pero todos me dicen que no puede ser y que tendré que marchar del pueblo porque esto del pastoreo se acaba (...)

Dice mi abuelo que antes teníamos un monte, pero que nos lo quitaron y lo abandonaron. Antes los vecinos lo cuidaban para que el ganado pudiera pacer en el puertu. Limpiaban los matos y echaban a los lobos que venían a comer ganado, pero los que nos quitaron el monte no nos dejan seguir haciéndolo. No entiendo por qué ellos no lo hacen y no cuidan el monte.

Dice mi abuelo que antes no había incendios en el monte, pero tampoco matos, porque los quitaban uno a uno, y que ahora hay tantas árgomas que en muchos lugares no cabe hierba para que coman nuestros animales. Yo no puedo subir con mi padre al monte porque las árgomas están tan altas que no se puede caminar porque está lleno de pinchos.

Dice mi abuelo que antes todo el mundo hacía queso, y que había miles de ovejas y cabras en el monte, pero que los lobos comían tantas que hubo que quitarlas y cambiarlas por más vacas, y resulta que ahora los lobos están acabando también con las vacas, ¡con lo grandes que son! Mi padre dice que están protegidos los lobos, pero yo no entiendo por qué no podemos proteger también a las ovejas y a las cabras.

Pues yo digo que quiero también ser ganadera cuando acabe la escuela, y quedarme en mi pueblo y en mis montañas, aunque todos me digan que no puede ser (...)