Estas fechas prenavideñas el Cánicas AC conmemora sus primeros noventa años de historia, ya que fue en 1923 cuando se tiene constancia gráfica de uno de los primeros equipos del club representativo de Cangas de Onís. Infinidad de jugadores han pasado por sus filas a lo largo de esas nueve décadas, algunos de ellos dejando su impronta al llegar a triunfar, posteriormente, en el fútbol profesional (Clemente, Pirri Mori...), y otros, marcando su estela por el profundo amor a unos colores y, por supuesto, a un escudo.

José Antonio Fernández Arduengo entraría, faltaría más, en ese grupo de ex jugadores que han dedicado gran parte de su vida a defender la camiseta del Cánicas AC sin pedir nunca nada a cambio. Su vinculación con la entidad deportiva canguesa abarca mucho más que darle patadas al balón, pues desde que dejase de jugar al "deporte rey" trató de echar una mano colaborando, en distintos momentos, con las directivas del club de la vieja capital del Reino de Asturias. Y ahí sigue, actualmente en su faceta de delegado de campo.

Arduengo, al que todos sus amigos le motejan por "Tani", va camino de los 58 años de edad, los cumplirá el día de Navidad. Nació en una casa al pie del "puente romano", pero en la parte canguesa del monumento nacional, donde se ubica en estos momentos El Campanu. Se crio en el pueblo de Sotu Cangues, realizando sus primeros estudios en las Escuelas Públicas, hasta que a los 11 años comenzó a cursar, tras aprobar un examen previo, el entonces Bachillerato Elemental, que se impartía en el Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís.

Contaba apenas 15 años cuando el Arenas del Sella juvenil, que actuaba como local en el antiguo Santa Cruz, en Cangas, al carecer de terreno propio, le dio la oportunidad de jugar como federado, etapa en la que coincidió con Guerra, Casado, Memo, Beli, José el de Toraño, Güili y tantos otros. De seguido, allá por la temporada 1971-72, Manuel Moro le ficha para el Cánicas AC, que estaba en Segunda regional. "Siempre jugaba de extremo derecha", recuerda Arduengo, quien terminado el COU se decantó por la carrera de Magisterio, en Lugo, al estar cubierto el cupo de plazas en Oviedo.

A Tani -el apodo se lo puso "Potente", compañero del Cánicas, unos le llamaban José Antonio, otros Toño y, al final, le quedó lo de Tani- el año 1976 le marcó un antes y un después. Estaba cumpliendo la mili, en Colmenar Viejo (Madrid), cuando recibió una propuesta del Real Oviedo, gestionada a través de Ramón Martínez-Cue, que estaba en Primera División, dirigido por Ruiz Sosa, para probar por el equipo profesional del club carbayón, con futbolistas tan populares como Vicente, Lombardía, Javier y Tensi.

"Llegué allí, a la prueba, con una carta de recomendación de Gaspar el del Torreón, que le entregué al capitán, Tensi", rememora Arduengo. Los primeros entrenamientos con el plantel azul los llevó a cabo en el campo del Cristo de las Cadenas. El salto era abismal, desde un equipo de aficionados (Cánicas, de Segunda regional) a la élite del fútbol profesional (Real Oviedo). "Me trataron francamente bien, pero fui consciente de que allí no tenía ninguna opción de quedarme. Tras casi un mes de pruebas me ofrecieron fichar por el Vetusta, pero lo rechacé", asevera Tani.

Licenciado del servicio militar, Arduengo da un vuelco a su vida y se inicia en el sector de la construcción, contratado como palista de excavadora por el empresario cangués Ferino Castro, con quien estuvo cuatro años, trabajando en las traídas de aguas de Ribadesella y de Cangas de Onís. Seguidamente, durante otros dos ejercicios, también prestó servicios para la empresa canguesa de Luis Solís, igualmente de palista. "De aquélla podía compaginar la actividad laboral con el fútbol amateur. Además del Cánicas, también jugué tres temporadas en el Ribadesella, en Preferente, con "El Portu", Boudón y Barri de entrenadores", señala.

En el año 1979 contrajo matrimonio con Loli Díaz Álvarez, en la santa cueva de Covadonga, tuvieron cuatro hijos -dos chicas y dos chicos-. En la campaña 1983-84, con el Cánicas AC en la Tercera División por primera y única vez en su dilatada historia, Arduengo, jugó apenas seis meses en esa categoría, ya que había iniciado el curso en las filas del CD Cabrales. En torno a los 40 años, Tani Arduengo tomó la decisión de colgar definitivamente las botas, pero hace apenas meses volvió a descolgarlas para jugar amistosos con los veteranos del Cánicas AC, junto a Casimiro, Armando, Jorge Caso, Buta, Mamel y otros.

Desde hace tres décadas, aproximadamente, Arduengo, junto a su esposa, se encarga de una pequeña empresa, asentada en Sotu Cangues, de distribución de bebidas por toda la comarca del Suroriente de Asturias. Los momentos de ocio que le deja su trabajo Tani los aprovecha para ejercer como delegado de campo del Nuevo Santa Cruz, o bien del equipo de Segunda regional del Cánicas, cada domingo. Luce con orgullo el brazalete de delegado como en su momento hizo con el de capitán del conjunto "rojillo". Su currículum como jugador federado es casi inmaculado: sólo una cartulina roja.

"Conste que fue totalmente injusta. Me expulsaron una sola vez y fue por no avisar al árbitro de un cambio, cuando ya tenía una cartulina amarilla", explica Arduengo, al que resulta tremendamente difícil verle nervioso en un encuentro de fútbol, mantiene la compostura por mucho que se juegue en el envite su propio equipo. Ni una mala cara, siempre comedido y tratando de quitar hierro a cualquier asunto. Noble y con un corazón que no le coge en el pecho. Así es Tani, toda una leyenda viviente de la larga historia del club de fútbol de Cangas de Onís, el Cánicas AC.