Viven al pie de la peña La Forcada e incluso en la misma falda de la montaña y disfrutan de un sosiego envidiable, entre la sierra del Sueve y las localidades vecinas de Güexes, Cuadroveña y Fíos. Además, los treinta vecinos de El Colláu de Santo Tomás están a cinco o diez minutos -en función del punto de partida- de Arriondas, capital del concejo.

Con las viviendas bastante dispersas, integran el pueblo los barrios de La Villa, El Convento, El Cotaraxu, el Farricón de Arriba y el de Abajo, El Camonal, La Llamera, El Candanal, Los Triones y El Visu. Todos ellos, al igual que las localidades vecinas de Montealea, Collía, Las Coronas y Bodes, pertenecen a la parroquia de Santo Tomás de Collía, cuya iglesia está en El Colláu. El templo se retejó hará unos ocho o nueve años y en él se celebra misa los domingos, aunque la fiesta de los Ramos, el 10 de septiembre, dejó de hacerse hace más de cincuenta años, como rememora Begoña Pérez, nacida en El Colláu y firme defensora de su pueblo, que no cambia por ningún Benidorm. A la parroquia también pertenecían las escuelas, aunque en este caso estaban en Collía y hoy son apartamentos rurales.

Pérez destaca que la principal necesidad del pueblo es que arreglen la carretera por la que se accede desde la AS-260, la del Fitu. Este vial se hizo de hormigón hace unos veinte años y en las grietas que presenta el firme ya ha brotado hasta el musgo. "Sería fenomenal que nos arreglaran un poco la entrada, lo que atraviesa el pueblo y otra zona que enlaza con la carretera de Fíos", enumera Pérez. Por otra parte, cree que si les pudieran "poner algún punto más de luz" también serían bien recibidos, ya que públicos sólo hay tres, aunque el Ayuntamiento abona a los vecinos el importe de los que están conectados a los contadores particulares. Con todo, "primero que la luz son los caminos", destaca. La población de El Colláu de Santo Tomás siempre estuvo dedicada a la ganadería y la labranza, dos actividades de las que quedan algunos testimonios pero destinados al autoconsumo y nadie que las tenga como actividad principal. "Ahora más o menos sembramos un poco todos, pero nadie se dedica a ello", explica Pérez. De lo que no queda ni rastro es del molino que había en Los Triones, ahora convertido en silo.

Siguen en pie, y reformados, el lavadero, el bebedero y la fuente de El Cotaraxu. En esta última vuelca un grupo de vecinas del pueblo todo su esmero para enramarla por San Juan, un trabajo que el año pasado las hizo merecedoras del tercer puesto del concurso de Parres, al que este año prevén presentarse de nuevo.