La Casa del Tiempo de Infiesto es desde ayer un equipamiento más atractivo. La puesta de largo de su última adquisición, un reloj compuesto por una jaula con dos pájaros autómatas adquirido en la Exposición Universal de París de 1867, hace del conocido como museo del reloj de Piloña un lugar de visita ineludible para los visitantes y especialmente los amantes de la cultura.

Fue hace unos meses cuando el director y promotor del museo, Pedro Suárez, se interesó por una pieza de la cual destaca su escasez y sus dimensiones. "Tan sólo sé de la existencia de una unidad en Francia, otra en Gran Bretaña y otra en Alemania, si bien todas ellas son más pequeñas que la que tenemos aquí", declara entusiasmado Suárez.

Para ello precisó de la colaboración de la familia Azcoitia, propietaria del reloj y habitante de la vivienda en la que el artilugio descanso desde que Ignacio Díaz Joglar lo comprara en la capital francesa. "Siempre lo habíamos tenido ahí, pero apenas conocíamos su procedencia y valor porque antiguamente había poca comunicación entre generaciones", comenta Luis Antonio Azcoitia, bisnieto del comprador del reloj.

De momento, la familia no pone un plazo para la cesión de su preciado objeto y se conforma con el hecho de que el objeto haya sido restaurado tras años sin mantenimiento y compartir su importancia con el resto de piloñeses y visitantes. "Nos reconforta que ahora pueda ser disfrutado por todo el mundo y en unas buenas condiciones", comenta Álvaro Azcoitia, sobrino de Luis.

Respecto a la restauración, Suárez asegura que la labor ha sido "más costosa de lo esperado", pero destaca el buen resultado obtenido gracias a la colaboración de varios especialistas. "Los pájaros estaban muy dañados y pedimos ayuda a taxidermistas para poder restaurarlos a base de plumas de arcea y otros materiales específicos.

Asimismo, el responsable de la Casa del Tiempo espera que una vez finalizada la exposición del objeto pueda darse un paso más allá y culminar la recuperación de todo el funcionamiento mecánico del reloj. "Los pájaros se mueven y el reloj camina, pero hay algunos detalles que están pendientes de subsanarse y que arreglaremos más adelante", indica, a la vez que invita a la gente a presenciar en primera persona una pieza que en su día tenía unos fines más ostentosos que prácticos. "Sólo lo ponían a funcionar para impresionar a alguna visita, se vendían por encargo y costaban una fortuna", explica Suárez.

Toda una joya que los interesados ya pueden visitar los sábados, domingos y festivos, de cinco a ocho de la tarde, o bien fuera de ese horario mediante visita programada, llamando al número 984113012. La entrada cuesta 3 euros y es gratuita para los menores de 12 años.