La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La situación del turismo activo

Chequeo a los puntos negros del Sella

Los empresarios que organizan los descensos turísticos en canoa reclaman a la Administración mejoras en las condiciones del cauce en siete zonas

El descenso turístico del río Sella en canoa es "un gran escaparate para la región". Esta es la opinión de la mayoría de empresarios del sector, que demandan mayor compromiso por parte de las administraciones públicas para un negocio que atrae un promedio de 250.000 personas al año a la región. El colectivo denuncia la "dejadez" en la gestión del río por parte de la administración y reclama una mejora de "los puntos negros del Sella".

Entre las zonas que requieren atención prioritaria se encuentra la de los Campos de Oba. Cerca de Llovio, junto a La Ribera, se encuentra el último desembarcadero del descenso. A diferencia de otros accesos, que son privados, este punto final del trayecto es compartido por varias empresas. "Una capa de asfalto al camino no le vendría mal", reflexiona Miguel Martínez, que lleva dos décadas en el negocio de las canoas. "Aunque ya estuvo mucho peor de lo que está", reconoce.

Martínez defiende "el acondicionamiento de la explanada de arena que hay bajo el puente del ferrocarril para que entren más furgonetas", así como la "ampliación del espacio a expensas de la zona de arbustos, que ahora está desaprovechada". No es su única reivindicación. Advierte de que hay puntos muy peligrosos para los usuarios que se deberían revisar, como "la piedrona que hay a la altura de la depuradora de Arriondas, que habría que romper con una máquina porque allí pueden volcar muchas canoas".

Distinto uso quiere darle a la explanada que hay en La Ribera, bajo el puente del ferrocarril, Salvador Vallina. "Estaría bien crear unas instalaciones donde los usuarios pudieran cambiarse al terminar el descenso", dice. Es consciente de que su deseo es difícil de conseguir porque "se necesitan demasiados permisos, entre ellos los de Confederación Hidrográfica, de Feve, porque por allí pasan las vías del tren, del Ayuntamiento de Ribadesella y del Ministerio de Fomento". La instalación de un punto de reciclaje en el lugar es otra de sus reclamaciones.

Vallina, que posee alrededor de 150 embarcaciones, reclama mayor rapidez de actuación por parte de las administraciones públicas para evitar casos como los de la primavera pasada, cuando las canoas no pudieron salir a remar durante varios días "debido a la tardanza en retirar obstáculos del cauce, como unos raíles de Feve a la altura de Llordón, o la pasarela que se vino abajo en Triongu sin que nadie se ocupara de ella". Aunque sus instalaciones se encuentran en Las Rozas, en ocasiones se ve obligado a tirar las canoas junto al puente de Arriondas "por restricciones de la temporada de pesca". En este sentido, lamenta "la falta de espacio para descargar las canoas allí y el poco cauce del río en esta zona a causa de las obras de palas excavadoras tras la riada de 2010, que dejaron el cauce muy plano", así como "la suciedad que presentan las escaleras. La zona sólo se acondiciona y desbroza cuando va a ser la competición del Descenso Internacional del Sella y poco más", afirma.

Donde también se acumula de forma alarmante la suciedad es junto a la pasarela de la Uña, en Cangas de Onís. A falta de un contenedor de basura, ayer era difícil acceder a las escaleras de la pasarela sin pisar colillas, botes de refrescos y plásticos varios. "Es una zona perfecta para que los turistas paren a hacer fotos de las canoas", defiende Adrián Díaz. "Tanto en esta pasarela como en la zona de la Requexada hay grandes vistas. Con hacer unos arreglos mínimos, como, por ejemplo, acondicionar bien el parking e instalar una valla de madera guapa para hacerlo más seguro, quedaría mucho más llamativo", asegura.

Otra de las reclamaciones de este empresario, que tiene sus instalaciones situadas junto al puente Río Piloña, es la de poner socorristas en varios puntos del recorrido que va desde Arriondas hasta Llovio. "Daría más confianza a los clientes. Hay días en agosto en que hay más de 600 bañistas en el Sella. Ninguna playa en Asturias tiene tantos usuarios", argumenta. La regulación de los chiringuitos que se sitúan en las márgenes del río es otro motivo de preocupación para Díaz. "Este año había sobre 14, la mayoría ilegales", señala. Para poner fin a esta situación, ve una solución clara. "Los ayuntamientos deberían hacer lo mismo que con los chiringuitos de playa. Tener unos pocos de madera, bien guapos, con todos los servicios, como baños y botiquín, y sacarlos a subasta pública cada temporada", sugiere.

Pero si hay un tema que preocupa a los empresarios dedicados a la navegación turística por el río Sella es el del acceso a Toraño, desembarcadero que se encuentra a mitad del trayecto y donde los turistas más fatigados deciden poner fin al descenso. "Al desembarcadero que hay debajo del puente de Torañu acudimos las veintiún empresas a cargar canoas y sólo hay sitio para que entren y aparquen dos furgonetas, es una auténtica locura", destaca Díaz. "Aquí al lado, en la zona de la Cueva de Toraño antes también desembarcaban canoas, pero desde la riada quedó inaccesible y lleno de baches", resalta.

"Torañu es un punto de acceso común para todos. No sólo para los que vamos allí a recoger canoas, también para otros colectivos como los pescadores. Es importante que sea fácilmente eaccesible por si ocurre una emergencia", resalta Juan Feliz, que se dedica al negocio de las canoas desde 1999.

Junto con otras cuatro empresas del sector, forma parte de una asociación de empresarios de turismo activo cuyo objetivo es llevar a cabacciones conjuntas de mantenimiento y mejoras del río Sella. "Cada año las riadas destrozan parte del desembarcadero de Toraño", dice.

Compartir el artículo

stats