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Tospe festeja el primer bebé en 22 años

"Será el futuro del pueblo y las traerá locas a todas", vaticina la decena de vecinos del pueblo parragués, muy envejecido, ante la llegada de Pelayo Carús

Tospe festeja el primer bebé en 22 años C.CORTE

Un pequeño soplo de aire fresco en forma de bebé. Eso es Pelayo Carús Longo, el primer niño que nace en Tospe en 22 años. La criatura no sólo tiene revolucionados a sus padres, Pilar Longo y Sergio Carús, también a la decena de vecinos de este pueblo del concejo de Parres, que celebran este nacimiento con más efusividad que si les hubiese tocado el Gordo de la Lotería.

Y es que el nacimiento de bebés va camino de convertirse en una auténtica rareza en la sociedad asturiana, cada vez más envejecida y que cuenta con la tasa de natalidad bruta -número de nacimientos por cada mil habitantes- más baja del país y, al mismo tiempo, con el índice de mortalidad más alto, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El caso de Pelayo no es único, pero todos son excepcionales. En marzo de 2012 ocurrieron otros dos nacimientos que invitan a cierto optimismo. Así, el día 31 de ese año nacía en el Colláu l'Andrín, también en el concejo de Parres, Rodrigo Fernández Rojo. Hacía 29 años que no se producía ningún alumbramiento en esta localidad. Sus padres, la piloñesa Vanesa Rojo y el cangués Luis Ángel Fernández, se instalaron en la aldea, que cuenta con una decena de habitantes, hace cuatro años en busca de la naturaleza y no conciben un entorno mejor para que su pequeño crezca. "Juega en libertad, va todos los días con el padre a las seis vacas que tenemos, le encanta subirse en el tractor e ir a buscar leña debajo del hórreo en carretilla, y de la matanza del gochu no pierde detalle, le encanta", explica la madre.

También en marzo de 2012, el día 20, nacía en Melarde Pedro Méndez. El nacimiento de este piloñés fue festejado por todo el pueblo, ya que supuso el punto final a 16 años sin nacimientos. Sus padres, Juan Carlos Méndez Díaz y Bárbara Estrada Marina, fueron felicitados públicamente por la junta vecinal y animados a seguir contribuyendo al rejuvenecimiento del concejo.

Aunque la llegada del parragués Pelayo Carús estaba prevista para el 24 de este mes, la criatura decidió adelantarse. El 17 de enero, en vez de soplar las velas por su cumpleaños, la madre ingresó en el hospital de Cabueñes por una fisura en la bolsa. El parto se dilató hasta las 15.25 horas del día siguiente, pero asegura que fue el mejor regalo de aniversario que tuvo nunca. La ictericia retrasó hasta el pasado jueves la salida del hospital del pequeño, que pesó 3,225 kilos y midió 50,5 centímetros. Durante el tiempo que duró la hospitalización no había día en el que la decena de vecinos que aún viven en Tospe, un pueblo azotado por el despoblamiento y en el que la mayoría de los residentes son jubilados, no se acercaran a la casa de los abuelos maternos, Pilar López y César Carús. Querían saber cuándo le daban el alta "a su cachorro", según cuentan los vecinos Gerardo y José Manuel Cuenco, para ser los primeros en ver la cara de la criatura, "que será el futuro del pueblo y las traerá a todas locas". Cada día pasan a ver al benjamín y a llevarle obsequios.

Aunque sus padres le pusieron de nombre Pelayo, para Pilar López, su abuela materna, siempre será "Milagritos". Y es que los médicos no les pintaron nada bien la situación. La madre tiene una alteración en la coagulación de la sangre que hacía que el peligro de un aborto o de sufrir una trombosis pulmonar estuviera latente. Por eso, aunque los padres no son muy creyentes, lo primero que hicieron tras salir de la consulta con la primera ecografía bajo el brazo fue subir a Covadonga para pedir en la Cueva la protección de la Santina y pasar por el vientre la medalla de la patrona de Asturias. Entonces decidieron que si era niña se llamaría Covadonga y si salía varón, Pelayo.

El embarazo transcurrió con total normalidad y sin molestias a partir de ese día. Antes de cumplir los cuatro meses de gestación, el pequeño ya daba patadas, por lo que su padre, el colungués Sergio Carús, vaticinó un prometedor futuro como futbolista para la criatura. Aunque el verdadero deseo de su padre, minero y ganadero, es que se dedique al campo.

Los progenitores andan a la búsqueda de unas madreñas de su talla y en marzo la excursión a la Feria de Corao será inaplazable, aseguran.

Alfredo César Longo, uno de los siete bisabuelos que le quedan vivos al pequeño Pelayo es, con 88 años, el residente más anciano de Tospe. Tanto él como su mujer, Laurelina Díaz, no quitan ojo al pequeño, al que temen coger "porque parece que va a romper", y celebran que su nieta haya puesto freno al prolongado declive demográfico de Tospe.

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