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"Viruta", carpintero por genética

Roberto José Intriago Ruidíaz trabajó la madera durante treinta años, después de que lo hicieran su padre y su abuelo paterno

Roberto José Intriago Ruidíaz, "Viruta". J. M. CARBAJAL

Su abuelo paterno, Jesús Intriago Estrada, "Viruta", oriundo del pueblo de Aballe (Parres), trabajó de carpintero; su abuelo materno, Ramón Ruidíaz, "el del Güeyu", de Triongu (Cangas de Onís), también se dedicó al mismo gremio; y su progenitor, José Luis Intriago Fernández, que heredó el apodo "Viruta", natural de Cangas de Onís, ejerció toda su vida en el sector de la carpintería de madera. Por lo que, Roberto José Intriago Ruidíaz, la tercera generación "Viruta", siguiendo la estela de sus ancestros, estuvo vinculado tres décadas a ese mismo sector.

Roberto "Viruta", va camino de los 61 años. Nació en Cangas de Onís, estudio en las Escuelas Públicas Vázquez de Mella, continuó en el Instituto Rey Pelayo y acabó aparcando los libros en 2º de Bachillerato. "No me gustaba", matiza. Entonces empezó a echar una mano a su abuelo Jesús -una vez jubilado- en la construcción de hórreos y alguna que otra panera. "Comprábamos dos o tres hórreos medio derruidos y hacíamos uno", recuerda.

A finales de los 60 montaban los hórreos en la huerta familiar del barrio de La Pedrera, a la vera del río Güeña, justo donde estaba la carpintería. "Había que numerar todas las piezas", explica Roberto y, con posterioridad, contrataban al transportista "El Teyeru" para trasladarlo a su destino y montarlos allá. "Instalamos veintiocho hórreos fuera de Asturias, el más lejano en el Puerto de Santa María, en Cádiz. Otro lo montamos en Cercedilla (Madrid) y también en Zaragoza, Valencia... Todos por encargo, para particulares", matiza.

Roberto, siempre se sintió atraído por el deporte. Fue subcampeón de Asturias juvenil de 100 metros lisos, batido por su compañero Manuel Asenjo; y también le sedujo el boxeo, perteneciendo al Club Box de Cangas de Onís, con Inguanzo como entrenador, un taxista de Llau Con que había sido campeón de Cuba en categoría pluma, además de gran jugador de bolos. "Viruta", con 17 años, disputó dos combates en categoría minimosca, ambos saldados con derrota. Sufrió un atropello por la carretera, en fechas de la Joguera Flotante de Villanueva, afectándole a los tendones del hombro derecho, que le obligaron a dejar esa disciplina.

Recuperado del accidente, Roberto se volcó de lleno con la carpintería, junto a su padre -José Luis-, especializada en trabajos para la construcción, en general. Con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a Covadonga, le encargaron forrar de madera los siete quioscos hexagonales, destinados a la venta de recuerdos del santuario, que se localizan en las inmediaciones de El Peregrino, en el real sitio de Covadonga. "El Nini, de La Venta", que tenía una fragua, hizo la estructura de hierro. "Preparábamos la madera en el taller de Canto, en Cañu, después los montábamos en el Mercado de Ganados", recuerda.

El último trabajo de carpintería, tras tres décadas en ese oficio, fue la bolera de Cangas, en la que contó con la colaboración de Silvino Rivero y Juan Fernández. Después, fue contratado un año como monitor del módulo de carpintería de la Escuela-Taller de la Mancomunidad de Onís, Ponga, Cangas y Amieva.

Después, "Viruta" dio un giro notable y se dedicó a la plantación de lechugas (10.000 unidades), las cuales iba repartiendo por diversos lugares, desde La Roca de Sevares hasta Covadonga. "Repartía unas 2.500 por semana", explica. La aventura duró alrededor de dos años, ya que, de seguido, empezó a ayudar a su mujer, Rosa María Vega Canal, en varias tiendas de venta de ropa que regentaba en la zona , tres en Cangas y otra más en Arriondas. Eso sí, el último paso, tras cerrar esos comercios textiles, lo tienen enfocado hacia el turismo rural, en la Quintana de Romillo.

Roberto y Rosa Mary, natural de Llenín (Cangas de Onís), se dieron el "sí, quiero", en la santa cueva de Covadonga. De aquello va camino de 40 años. Él contaba con 21 años y su esposa con sólo 18. Les casó el entonces abad de Covadonga, Emiliano de la Huerga, quien en los trámites preceptivos de preparación de la boda y al verles tan jovencitos le espetó: "¿Ya hiciste la Primera Comunión?". Fruto del matrimonio es un único hijo, Miguel Ángel, que les ha dado una nieta, Andrea.

Gran aficionado a la pesca de la trucha, Roberto descubrió en mundo de la pesca del salmón hace una década, por mediación de su buen amigo Fernando Caso, alias "El Monitor", natural de La Riera de Covadonga, todo un experto en ese arte fluvial. "La pesca del salmón es, como bien me dijo 'Kiko el de la Pina' en una ocasión, una droga. Te engancha desde el mismo momento en el que sacas el primero", asevera "Viruta", quien lleva capturados catorce ejemplares en esos dos lustros. Forma una terna de pesca junto a Fernando y al ex alcalde Alfredo García. También lo fascina el billar americano, bola 8 y bola 10, formando parte de uno de los dos equipos de la Peña "Los Raposos", de Coviella (Cangas de Onís).

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