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Cangas de Onís pueblo a pueblo

Celango, el "Braveheart" asturiano

La aldea canguesa se independizó de Jelgueres hace casi un siglo y luchó contra los embates del "boom" del ladrillo

Celango, el "Braveheart" asturiano

La historia de Celango es la historia de María de los Ángeles Monje. A punto de cumplir los 90, tiene casi los mismos años como los que lleva el pueblo gozando de plena independencia. Y es que la junta vecinal, cansada de las multas por no llegar a tiempo a Jelgueres cuando eran llamados con un cuerno desde El Cotariellu para hacer sextaferias, decidieron independizarse poco antes de que las bombas de la guerra civil española devastaran los alrededores. No obstante, el vínculo con los vecinos sigue siendo fuerte como demuestra el hecho de que exista una asociación conjunta que trabaja, entre otras cosas, para que salga adelante cada último fin de semana de agosto las fiestas en honor a San Ramón.

Aunque sólo cruzó la frontera una vez para ver casarse a su hija Marina Alonso en Alemania, Monje constata que "no hay nada mejor" que su aldea. "Esta tranquilidad que se respira aquí no la cambio yo por nada", cuenta la mujer, que legó el amor por la "tierrina" a sus cuatro hijos. Ni Marina ni su hermano Álvaro dejaron de añorar en las cuatro décadas que estuvieron en Düsseldorf por motivos laborales las vistas panorámicas de los Picos de Europa del balcón de la casa familiar de Celango. Por eso cuando les llegó la jubilación, hace 6 y 11 años respectivamente, no dudaron en volver. Cuando se fueron -en el trayecto en taxi coincidieron con el gaitero mayor José Remis Ovalle que iba de gira a Bélgica- no había carretera, agua ni luz en las casas por eso les costó reconocer, a su vuelta, un pueblo muy modernizado que "por suerte" no había sufrido los estragos del "boom" del ladrillo. Y es que su ubicación única, a poco más de dos kilómetros de la avenida Contranquil de Cangas de Onís hizo que muchos compradores se interesaran por construir en la zona, que actualmente cuenta con ocho casas habitadas y dos alojamientos rurales.

A pesar de las suculentas ofertas monetarias recibidas por parte de inversores extranjeros , la veintena de vecinos que residen en Celongo se negó a vender las fincas, la mayoría convertidas hoy en fructíferos huertos. Fabas, cebollas, pimientos o arvejos. Todo se da "de lujo" en la parcela de Luis Coro, que vive en Llueves pero en cuanto puede se escapa a la aldea "más soleyera de la rodeada" que vecinos como Víctor de Dios mantienen cuidada gracias a sestaferias como la realizada la semana pasada por el camino rural hasta Cardes.

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