Hay vida más allá de la jubilación. Si no que se lo pregunten a los alrededor de 130 miembros de la Hermandad de San Antón de Piloña que ayer se volvieron a congregar en el lagar de Nando, en Mestres, para degustar un delicioso arroz caldoso y compartir impresiones sobre un abundante tiempo libre que quieren exprimir al máximo.

Fue en el año 2006 cuando una reunión informal entre un pequeño grupo de recién jubilados dio lugar a esta hermandad con características propias. "No hay ni estatutos ni cargos, sólo disposición a colaborar para pasar buenos ratos", coinciden en señalar los componentes de un grupo cada vez más numeroso, que en apenas una década a pasado de una docena a superar con creces el centenar.

A la clásica comida de San Antón, que tiene lugar en enero, la hermandad acostumbra a sumar otra en la primavera. En este caso, los miembros decidieron citar a los "jóvenes jubilados" en el lagar de Mestres para disfrutar de un arroz caldoso cocinado por un equipo formado por Luis Arango, Samuel Baragaño, Sebastián Chichón, Luis "El Chivu", Pablo "El Lerinku", Toni Elorza y Miguel Rebolledo, que utilizaron para la ocasión 12 kilos de arroz, 37 litros de caldo de gallina y una suma de más de 10 kilos de langostinos, almejas y berberechos.

Todo ello estuvo acompañado por una amplia variedad de viandas bien encargadas o llevadas voluntariamente por los organizadores. La sidra y el vino no faltaron y bien pronto los presentes comenzaron a abrir boca con unos entremeses preparados por el restaurante Los Caños de Infiesto y una amplia selección de frutos secos. Entretanto, se sucedieron las anécdotas, recuerdos, conversaciones sobre temas familiares y algún que otro chiste. Un cúmulo de ingredientes perfectos para muchos, que aprovechan estas reuniones para retornar a su localidad de origen. "Me parece sensacional que se organice esto porque no nos vamos a reunir sólo para funerales", comentó la piloñesa afincada en Gijón, Pura Fresno, que disfrutó como el que más del encuentro.

Tal es la dimensión que van tomando estas citas, que los promotores han tenido que cambiar para esta ocasión el sistema de inscripción para facilitar el cálculo de comensales. "Establecimos un sistema de vales que tenían que ser retirados de unos establecimientos concretos antes de determinada fecha y así determinamos con antelación cuanta gente vendría", explica el piloñés Manuel Antonio Vigón, uno de los colaboradores voluntarios que hacen posible estos encuentros.