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Cangas de Onís descolgó primero el amor

La ciudad puso freno antes que París a la moda de los candados en los puentes "Lo volveremos a poner", avisan los enamorados

José Ángel Garmendia y Victoria Fernández colocan en el puente Nuevu de Cangas de Onís un candado del amor. c. corte

La noticia de la retirada de los candados del amor del puente de las Artes parisino ha dejado conmocionadas a las parejas de medio mundo. Sin embargo, la iniciativa no es nueva. Desde 2011 el Ayuntamiento de Cangas de Onís elimina periódicamente estos elementos del puente Nuevu, cuya moda de colgarlos tiene su origen en una novela del italiano Federico Moccia.

Pero esta moda no gusta en la antigua capital asturiana. La razón: oxida la barandilla y supone un alto coste de mantenimiento para las arcas municipales, además de distorsionar la imagen del histórico "puente romano", situado justo enfrente. La decisión del gobierno cangués exaltó en su día los ánimos de algunos vecinos, que consideran que la retirada "se hace de noche y con alevosía". A pesar de los esfuerzos municipales por retirar los candados, reaparecen al poco tiempo. Ayer mismo se podían contabilizar una veintena en el puente Nuevu.

Las opiniones se dividen entre quienes ven la colocación de candados como un acto de amor y aquellos que creen que se trata de vandalismo. "Rompen la estética y no me gustan, yo no lo colgaría, pero respeto a quien sí lo haga", explicaron los salmantinos Saray Pérez y Manu Corredera, pareja desde hace cuatro años. Todo lo contrario que los ovetenses Claudia Cuesta y Víctor Rey, que hace un año colgaron en el parisino puente de las Artes un candado del amor y otro en el puente Carlos de Praga . "Volveríamos a hacerlo aunque los retiren porque vives un muy momento muy romántico", explicó la pareja, junta desde hace 7 años. Tanto Cuesta como sus amigas María Alonso y Marta Gómez-Lacazette se declaran fans incondicionales del libro "Tengo ganas de ti", de Moccia, cuyos protagonistas ponen un candado en un puente y tiran la llave al río en señal de amor eterno. "A mí me gusta mucho la iniciativa; en Tenerife no lo hay, pero si me enamoro yo seré el pionero", explicó Alberto Marqués antes de inmortalizar algunos de los candados con su cámara GoPro.

La madrileña Yolanda Marcos, de 31 años, va más allá y aventura que lo de los candados podría ser un buen reclamo para atraer más gente aún si cabe al "puente romano". "Veo mal que lo colgaran en el viejo, pero en el nuevo no, siempre que no suponga un peligro", explicó su pareja, Claudio Martínez.

Para ambos es más romántico "tener un detalle, como preparar una cena, que ir dejando candados por ahí", pero ven con buenos ojos la iniciativa.

"La mitad de los que ponen aquí un candado están separados antes de llegar a casa", bromeó el bilbaíno José Ángel Garmendia, de 65 años. Poco amigo del romanticismo, ayer hizo una excepción y colgó junto a su mujer, Victoria Fernández, un candado en el puente Nuevu para sellar sus 48 años de amor. Que no es poco.

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