El pastoreo quesero de reciella de los Picos, del que depende la conservación activa del paisaje, está extinguido por culpa de una teoría de conservación burocrática profundamente equivocada y el programa integral para la recuperación "Pastores siglo XXI" fue la última oportunidad perdida para recuperarlo. Esa fue la reflexión final que el experto en medio rural, Jaime Izquierdo, hizo ayer en Covadonga, durante la inauguración del ciclo de conferencias "Naturaleza y Tradición" que organiza el RIDEA y el cabildo del real sitio cada viernes de junio.

Izquierdo fue contundente al afirmar que los Picos no son un espacio natural, sino un paisaje cultural histórico vinculado a los primeros asentamientos de pastores. Indicó que desde la declaración del parque nacional de Covadonga, en 1918, las administraciones promueven una teoría conservacionista burocrática desvinculada de la cultura histórica del territorio "que no ha servido para garantizar la conservación del paisaje sino que ha alimentado su deriva". Como ejemplo puso el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales en el Principado de Asturias (PORNA) de 1994 "que acumula disparates como el de que los usos ganaderos forman parte de la problemática específica de los Picos, cuando son ellos quienes crearon y conservaron el paisaje", dijo. Otro ejemplo más reciente, es el de no incluir el núcleo de San Esteban dentro de la reciente ampliación del Parque. "Tienen alergia a los pueblos cuando está demostrado que las parroquias gestionadas por pastores conservan mayor diversidad vegetal", apuntó.

Izquierdo hizo hincapié en el hecho de que el principal ecosistema de la vertiente marítima de los Picos "nunca fue el bosque atlántico, sino el pastizal calcáreo subalpino, que ha entrado en deriva por falta de gestión". Durante el coloquio, moderado por el abad de Covadonga, Juan José Tuñón y el historiador Andrés Martínez, el técnico explicó que muchos conocimientos empíricos y principios agroecológicos de las comunidades de pastores "son desconocidos y han sido ignorados, perseguidos o prohibidos por las autoridades administrativas encargadas de la conservación de la naturaleza".

Tras repasar las políticas de conservación del siglo XX, desde la aristocrática, pasando por la tecnocrática hasta la biocrática, aseguró que a los gestores del parque les queda mucho de aprender de Francia, donde se legisla "teniendo en cuenta a los pastores y no contra ellos". En su opinión, el parque nacional puede ser una figura válida para la conservación de la naturaleza y los modos culturales locales pero para ello "debe acometer importantes reformas en sus objetivos de conservación, métodos de trabajo y principios de actuación", dijo.