El helipuerto del palacio de Luces, en el concejo de Colunga, ha vuelto a atraer las miradas de los vecinos y conductores que esta semana han visto por allí cuatro flamantes helicópteros. Pertenecen a ocho turistas alemanes que procedían del Castell de Ciutat, en La Seu d'Urgell, en plenos Pirineos catalanes.
Los viajeros conectaron dos de los accidentes montañosos más relevantes de la península, pues al aterrizar en la comarca se situaron casi en las estribaciones de los Picos de Europa. No es la primera vez que el hotel colungués recibe a sus huéspedes por el aire, pero sí ha llamado especialmente la atención por tratarse de cuatro vehículos de este tipo. En el establecimiento describieron a los tripulantes como "viajeros con cierto toque intrépido y no poca clase" y explicaron cómo llegaron "acompañados del susurro del viento del Nordeste", además del poderoso estruendo ocasionado por las hélices de los rotores. Fue precisamente ese viento el que dificultó el aterrizaje, unido a los cielos cubiertos de esta semana. Superado el momento de tomar tierra, los alemanes disfrutaron al fin de un refrigerio de bienvenida y se instalaron en el palacio, donde también cenaron.
Al día siguiente, en torno a las diez de la mañana, los cuatro helicópteros alzaron de nuevo el vuelo y continuaron su periplo. El palacio puede presumir de guardar con celo la privacidad de sus huéspedes y es precisamente a través de su forma de acceder al lugar como en ocasiones se deduce su status económico. El año pasado una pareja de turistas británicos ya armó un cierto revuelo al llegar en un helicóptero y entre quienes lo hacen sobre cuatro ruedas también hay casos llamativos.
En el aparcamiento de asfalto del palacio se han podido ver coches de alta gama de casas como Ferrari o Rolls-Royce, de los que además se han organizado varios encuentros y exposiciones. El último hace casi un año, cuando un grupo de entusiastas británicos pasó una semana recorriendo la comarca y se alojó en el palacio colungués. Un total de 29 vehículos se concentraron en el aparcamiento del hotel y llamaron la atención no sólo en Luces, sino por las carreteras de toda la comarca. En su despedida exhibieron los coches en los jardines posteriores del palacio con una singularidad añadida: la decoración con motivos típicos de Asturias (como las vacas o la bandera regional) y del resto del Estado, como los toros andaluces con los que suelen identificarlo.
