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Colunga se pone en la piel de Haití

El dominico Miguel Ángel Gullón organiza mañana un rastrillo solidario con el orfanato construido en la localidad de Titanyen tras el terremoto de 2010

Miguel Ángel Gullón, ayer, en la plaza del Monumento de Colunga. P. M.

Una tortilla de patata hecha en Colunga o un décimo de lotería comprado en alguno de sus pueblos puede tener un efecto muy positivo al otro lado del Atlántico, en Haití. Cinco años después del terremoto que dejó 300.000 muertos en un país de por sí empobrecido, el dominico colungués Miguel Ángel Gullón organizará mañana un rastrillo en el pórtico de la iglesia de San Cristóbal con dos objetivos. Uno, la recaudación de dinero para apoyar el proyecto del orfanato que otro dominico, Charles Moïse Junior, construyó poco después del temblor en la localidad de Titanyen. El otro es tender "lazos de solidaridad" con un pueblo que ha dejado de salir en los telediarios.

"Llegó mucha ayuda en un primer momento, pero ahora las instituciones se están yendo", explica Gullón, quien reside en la región dominicana de El Seybo pero que también desarrolla su trabajo en Haití. Consciente de que a veces se despierta la suspicacia entre la población sobre si la ayuda económica realmente llega, el dominico afirma que "sí llegó, pero las necesidades son muy grandes. Es un país desestructurado, saqueado por todas las naciones que estuvieron allí y por los gobernantes también".

Gracias al trabajo de Gullón y también al apoyo que tiene por parte de su familia y de la asociación local de amas de casa, todo el que pase por Colunga mañana tendrá la oportunidad de ayudar a los cien niños y niñas que están internos en el orfanato porque no les quedó nadie después del terremoto y a los cuatrocientos que acuden a diario a la escuela. Podrán hacerlo de dos maneras: donando cosas para vender o comprando alguna de las donaciones de otras personas (tortillas, empanadas, arroz con leche, cuadros, peluches y un largo etcétera).

"Titanyen" significa, en lengua tahína, la de los primeros pobladores de la isla, "tierra de muerte" y en esta zona están enterradas miles de personas de las que fallecieron en Puerto Príncipe tras el seísmo. Yacen en fosas comunes y el proyecto aspira "a dar mucha vida" al lugar con el acogimiento y la atención a los niños huérfanos.

"Los niños tienen que comer, tienen que vestirse y se ponen enfermos", explica Gullón al tiempo que destaca que los proyectos se plantean de forma que sean sostenibles económicamente, "pero en este caso es muy difícil porque no pueden trabajar", añade. Por eso proyectan ayudarlos hasta que lleguen a la edad adulta y puedan insertarse en un mercado laboral que, para entonces, debería haber mejorado.

También la cobertura sanitaria, que en Haití no existe, así como la colaboración del Gobierno también brilla por su ausencia. Lejos de apoyar, las autoridades se limitan a enviar peticiones para que acojan a más niños y está construyendo frente al orfanato una "cárcel para niños, un reformatorio si se quiere una palabra más dulce", explica Gullón.

Frente a ese panorama, Charles Moïses Junior levantó, con ayuda inicial de Cáritas de Italia y el apoyo continuado de la comunidad dominica "Cristo de la Victoria", de Vigo, los dormitorios, el comedor, la capilla y ahora levanta una panadería. Antes hizo un molino para hacer harina con el maíz obtenido de las tierras que acompañan al orfanato, pero se lo robaron y destruyeron.

Trabajo incansable

Frente a la oscuridad de la pobreza, la material y la de espíritu, personas como Miguel Ángel Gullón trabajan de forma incansable para arrojar algo de luz. Viaja cada verano desde El Seybo para pasar un mes con su familia y el año pasado ya organizó un rastrillo, entonces para apoyar la construcción de un centro de salud en la provincia dominicana. Entre el mercadillo y la lotería que sus padres, Pilar Pérez y Ángel Gullón, venden durante todo el año puerta a puerta por todos los pueblos del concejo de Colunga, consiguieron casi 10.000 euros. Necesitan llegar a 130.000 para trasladar el servicio de la casa que tienen alquilada al edificio que será propio de la organización para la que Gullón trabaja, "Acción Verapaz".

El trabajo de estas personas suple en el país caribeño una pequeña parte de la cobertura sanitaria que, con todos sus defectos, hay en España. "Lo de la salud aquí es mucha riqueza", destaca Gullón sin perder ni la sonrisa ni las ganas de regresar a El Seybo.

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