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La fuente de La Cova hace la unión en Cuencu

Los vecinos celebran una comida con motivo del aniversario de la construcción que promueve "la integración de los nuevos"

Avelino Tárano, José Antonio Díaz y Sergio Sarantellos, junto a La Cova. C. C.

Trabajar desde casa es un privilegio. Si esa casa está situada en la localidad canguesa de Cuencu, el placer es doble. Lo dicen los madrileños Verónica Puerto y Guillermo Gutiérrez, que en octubre alquilaron una casa allí, desde donde dirigen su empresa de informática Twincoders, a la par que mantienen un huerto en el que lechugas y tomates crecen "de manera asombrosa, porque este clima es un regalo". No son los únicos en elegir este destino. La privilegiada ubicación -a 14,5 kilómetros de Cangas por la N-634, a 12 de las playas riosellanas y a 8 del hospital de Arriondas- es clave para explicar por qué a pesar de la crisis se han construido una veintena de casas en la última década.

Entre los más de treinta vecinos que habitan en este pueblo, perteneciente a la parroquia de Margolles, se encuentran artistas, abogados, médicos y hasta un piloto de avión. Eso sí, se han perdido tradiciones como la ganadería, explica José Antonio Díaz, uno de los pocos nativos que quedan en Cuencu. "En 1971 el camión de la Central recogía leche de nueve casas y ahora de ninguna", lamenta este agricultor retirado de 67 años. Lo que más destaca del pueblo es "la buena integración con los vecinos que van llegando". Esto se consigue gracias a la fiesta de La Cova, que nació por casualidad en 2009, cuando los residentes hicieron una comida para conmemorar el centenario de la fuente-lavadero que antaño alimentaba dos molinos. El evento se repite desde entonces cada segundo sábado de agosto, aunque con un cambio de ubicación hacia los hórreos del barrio de La Portilla. "Nos juntamos más de cien personas, vienen también de La Granda porque compartimos con ellos el depósito, de 24.000 litros", apunta Avelino Tárano, que durante los 34 años que estuvo trabajando en la construcción en Suiza, no hubo un día en que no "echara de menos el pueblo y su ambiente".

La fuente la mandaron construir miembros de la familia Díaz Rubín, indianos que realizaron numerosas mejoras en el pueblo y que aún conservan algunas propiedades allí, como la situada frente a la casa imponente casa de los Villar. La casa de los Villar, una de las más antiguas del pueblo, se completa con la capilla de la Soledad y con una curiosa panera de diez pegoyos.

Los residentes alaban reformas como la reciente construcción de apartaderos para vehículosen la estrecha carretera que comunica con Peruyes pero reclaman que estos se asfalten. Otra de las peticiones "primordiales" de la localidad, que destaca por su fuerte tradición ferrera -queda una fragua en pie-, es el saneamiento.

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