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Un toque mexicano para Santiago

La localidad llanisca de Posada hace un guiño a su pasado indiano durante las celebraciones del día grande del apóstol, amenizadas por un mariachi

Una niña vestida de aldeana baila al son de la música de los mariachis de México en la plaza de Posada. C. CORTE

Posada se despertó ayer a ritmo de mariachis mexicanos para celebrar el día grande de las fiestas de Santiago. La localidad llanisca hizo un guiño a su pasado indiano de la mano del grupo "Estampas de México", formado por ocho músicos de los estados de Hidalgo y Puebla, que se encargaron de cantar la misa solemne y de amenizar la sesión vermouth con temas como "Ay Jalisco" y "El rey", aunque la mayor ovación del público la recibieron al entonar el "Asturias patria querida". "Nos estamos encontrando con muchos paisanos aquí y nos dicen que se les ponen los pelos de punta al escucharnos", explicó el músico Luis Alberto Reyes.

Antes de que diera comienzo la Eucaristía, alrededor de 50 porruanos y más de un centenar de aldeanas acompañaron la imagen de Santiago desde Villar Pilar hasta la iglesia parroquial, por las principales calles de Posada. Los primeros se encargaron de portar cuatro ramos, dos pequeños y dos de mayor tamaño coronados por sendas muñecas vestidas de aldeanas. Las mujeres los seguían tocando la pandereta.

La debutante Clara Gutiérrez y la veterana Ana Sobrino se encargaron de marcar el ritmo a golpe de tambor. A escasos metros de distancia les seguían Jorge Pérez y José Miguel Calatrava, encargados de portar los cirios. Los jóvenes estaban pasando el día por Posada junto a un centenar de compañeros del campamento de juniors de la parroquia Inmaculado Corazón de María de Manises (Valencia) y no dudaron en colaborar con el festejo. Tras los estandartes desfilaron Iván Nogueras, Jacinto Ardines, Julio Obeso, Miguel Somoano y Secundino Unanue, que se encargaron de llevar a hombros la imagen de Santiago hasta la iglesia.

Una fiesta rescatada

"El recorrido no llega a un kilómetro pero la última cuesta te hace sudar un poco", explicaron los vecinos, que como recomensa cogieron cada uno un clavel del ramo del apóstol para lucirlo en la solapa del traje. Los cinco aseguran vivir este festejo con la "máxima intensidad", ya que por momentos temieron que la celebración no volviera a llevarse a cabo tras presentar la antigua comisión su dimisión. Para evitar que se perdiera un festejo con tanta solera y de referencia en la comarca, los vecinos Carlos Villa y Carlos Alberto Pedrayes tomaron las riendas de la dirección y rescataron la fiesta a última hora. "Los vecinos se volcaron muchísimo, todo el mundo nos echo una mano y es de agradecer", explicaron los organizadores.

Tras la liturgia, que se alargó una hora, llegó uno de los momentos más esperados por la vecina Charo Ruenes: el de tocar el ramu. Esta vecina de Posada reside desde hace 42 años en Bélgica pero no se pierde nunca las celebraciones de Santiago. En esta ocasión las vivió acompañada por su hija Leticia y por el novio belga de ésta, Alex Pirot, que era la primera vez que pisaba Asturias y no dudó en vestir el traje tradicional. "En mi país no hay nada parecido a esto, estoy muy sorprendido y me gustaría repetir", explicó el joven.

Con 10 días recién cumplidos vivía sus primeras fiestas de Santiago el bebé Manuel Ardisana Pardo. Sus padres, que regentan la farmacia de Posada, tenían que trabajar ayer, pero sus abuelos evitaron que se perdiera la celebración, a la que acudió con el traje regional, montera incluída.

Muestra de folclore

Tras interpretar el ramu, la fiesta continuó en la plaza de Parres Piñera con una muestra de folclore. Priscila Alonso y Josín Amor se encargaron durante todo el mes de dirigir los ensayos de los bailes. Las piezas más celebradas fueron el xiringüelín de Naves y el pericote, éste bailado por ocho mozas y cuatro mozos por triadas, según relato Amor, que espera que su hijo Yago, de 2 años, herede el amor por la danza. "Le da vergüenza pero intentaremos que baile", apuntó el padre, que lleva más de dos décadas amenizando los festejos.

Quien no dudó en imitar a los mayores y arrancarse a bailar fue Manuela Benito, de año y medio de edad, que cuando escuchaba los voladores, en vez de llorar gritaba: "¡fiestaaa!". "Va a salir folixera", auguraban los asistentes. Lo mismo que Manuela Ruenes, de 21 meses, que lucía en el traje de aldeana que le regaló su tío Chucho Lobeto una dalia blanca como manda la tradición, pero que no quería ni oir hablar de colocar el pañuelo en la cabeza. A la fiesta acudió acompañada de su madrina, Claudia Balmori, de 21 años, integrante de la banda "Llacín", que no se pierde la fiesta "por nada del mundo". A pesar de su corta edad, Julia Fuente y Marina Somoano, de 4 y 3 años, respectivamente, tocaron la pandereta con brío y sin perder el ritmo para orgullo de sus madres, Amparo Villla y Aroa Huerta.

Los panes de los cuatro ramos, donados por las panaderías locales Gutiérrez y La Estrella, fueron regalados en vez de subastados. Los roscones de los dos ramos mayores fueron a parar a manos de José Alfredo el del Plaza y a Luis Ruenes. Este último reside desde hace 64 años en Venezuela, pero cada año viene expresamente para la celebración de Santiago "porque es sagrada". Su hija, Pili Ruenes, propietaria de la villa con el mismo nombre desde la que parte la procesión, tampoco quiso perderse el evento. Sus nietos Luis Fernando y Marco Ruenes se encargaron de sacar el ramu, para orgullo de su abuelo.

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