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Cuetu Abamia, epicentro de los flashes

La localidad canguesa acapara la atención de los visitantes gracias a monumentos como la iglesia y una cruz de los templarios

La casa de Eloína Caso. C. CORTE

La casa que Pilar Fernández y su marido José Manuel del Corro tienen en la localidad canguesa del Cuetu Abamia no es un museo, pero como si lo fuera. En su jardín se plantan a menudo numerosos turistas, cámara en mano, para retratar la cruz de los templarios que luce sobre su ventana tallada en piedra y otra con una inscripción latina que data de 1722. Alguno se queda tan sorprendido por la huertina tan curiosa que tienen plantada que hasta tira alguna foto a los tomates.

"Nosotros ni habíamos reparado mucho en la cruz, pero vienen muchos preguntando porque lo leyeron en algún libro", explica la pareja. Y eso que llegar a Cuetu Amabia -se accede desde el Castañéu de Corao- no es tan sencillo. Por enredos de la toponimia muchos lo confunden con Aleos, pueblo con dos casas habitadas al que para acceder hay que dar un rodeo por Teleña, para quebradero de cabeza de los carteros novatos, según bromean en el lugar.

La de Fernández es una de las tre casas que permanecen ocupadas todo el año, aunque en total hay una decena. Los fines de semana son un lujo en Cutetu Abamia porque entonces llegan visitantes para disfrutar de una buena parrillada como su hermano Pedro, que el resto del tiempo reside en Gijón, o Conchita, que vive en Cabielles, por no hablar de sus dos nietas pequeñas, que son la alegría de la casa. Los abuelos de Fernández fueron de los primeros que se casaron en la iglesia de Corao porque para tristeza de los residentes la iglesia de Abamia lleva años inactiva, quitando la misa que se oficia el 10 de diciembre, coincidiendo con Santa Eulalia.

Aun así, el número de visitantes que acude a ver el monumento nacional, donde la tradición cuenta que fueron enterrados don Pelayo y su esposa Gaudiosa, va en aumento, según relatan los residentes. La visita es casi obligada para los que bajan haciendo por el antiguo camino de los Lagos o para los que siguen la ruta de Frassinelli.

La tradición oral también cuenta que donde hoy se levanta la casa de blancas paredes de Eloína Caso antaño moraba don Pelayo, y por eso esta ganadera es también víctima de algún que otro flash no deseado. La mujer, que está al frente de una explotación de un centenar de vacas casinas, afirma que lo que más le gusta del pueblo son las vistas. "Lo mismo ves el puertu de Cuana que Labra, Beceña o San Martín", apunta. Las buenas comunicaciones, "a cinco minutos de Corao y a quince de Cangas", son otra de las ventajas de vivir en Cuetu Abamia, según Cueto. A la ganadera el futuro del pueblo no le preocupa. Segura que está garantizado gracias a su hijo, el también ganadero Eloy Marcos.

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