El pueblo de Espinaréu demostró ayer que pese a tener unas fiestas pequeñas su devoción es muy grande. Algo fácil de comprobar pues pese a ser una jornada de miércoles por la mañana y hacer un tiempo que más bien animaba a disfrutar de la costa fueron muchas las personas que participaron en las celebraciones religiosas, mientras otros tantos iban llegando al pueblo para vivir el gran día de las celebraciones de Nuestra Señora de las Nieves.

Tal expectación sorprendió a más de un turista como el italiano Andrea Russo, que aprovechó su estancia en Asturias para fotografiar el que para muchos es uno de los pueblos más bonitos de la región. "Me lo recomendaron y no me defraudó, pero no pensé ni mucho menos encontrarme tanta gente aquí", declaró en un perfecto castellano este visitante de mediana edad enamorado de la naturaleza.

Otros de los que vivió la jornada de ayer de manera especial fue el presidente de la junta vecinal, Norberto Álvarez, que recordaba antes de los actos festivos que estas serán sus últimas fiestas como alcalde de barrio tras ocho años de dedicación totalmente altruista. "Son ya ocho años y no soy de los que me gusta perpetuarme en los cargos", señaló un Álvarez que dará el testigo a un nuevo presidente tras las elecciones previstas para los meses de septiembre y octubre.

Por otra parte, los vecinos volvieron a ser los principales protagonistas de las celebraciones con una contribución decisiva que permitió organizar una procesión muy colorista y animada. Las mujeres portaron el ramo con los bollos que posteriormente fueron subastados para obtener fondos destinados al mantenimiento de la parroquia y los hombres portaron la imagen de la patrona a la que muchos lugareños muestran una devoción ciega compensada con ofrendas no sólo estos días sino durante todo el año.

Todo ello rodeado en un ambiente festivo que comenzó bien pronto con una alborada y prosiguió con la música de la gaita de Eduardo Álvarez y el tambor de Cristian Pastrana hasta primera hora de la tarde.

Los cohetes dejaron constancia de que el pueblo estaba en fiestas y los banderines colocados en las casas y hórreos también daban cuenta de una festividad cuyo programa se prolongó toda la jornada con animación infantil, un concurso de tortillas y una verbena nocturna.