Las antiguas escuelas de Malatería, en Llanes, amenazan con venirse abajo. Un grupo de vecinos ha exigido la rehabilitación del edificio a su legítimo propietario, el Ayuntamiento de Llanes. Los lugareños quieren que se repare la techumbre, para que deje de llover dentro del inmueble, y que, una vez arreglado, el edificio se convierta en lugar de reunión vecinal y, llegado el caso, en local para exposiciones o eventos culturales, como se ha hecho en otros pueblos vecinos.

Las antiguas escuelas de Malatería (el único topónimo oficial es la forma tradicional asturiana, La Maletería, pero la mayoría de los vecinos prefiere el castellanizado, pese a que casi todos usan el autóctono) son centenarias. Benedicta Guerra, de 86 años, es la más veterana del pueblo y estudió allí, lo mismo que su abuela. Antiguamente acudían a esta escuela niños de varios pueblos del valle de Ardisana y hasta de El Mazucu y Rinsena. La mujer no quiere ver la escuela derrumbada y pide a las autoridades que cuiden de su propiedad. "Por lo menos que no caiga", señala.

El joven José Álvarez, que con sólo 17 años organiza las fiestas locales de La Magdalena, ya no estudió en esa escuela, pero quiere verla reparada y dedicada a Casa Conceyu o centro de reunión. Ahora, cuando a primeros de julio convoca a los vecinos para informarles sobre cómo serán las fiestas, deben reunirse a la intemperie, en un cruce de caminos. La escuela sería un lugar ideal para esas y otras reuniones vecinales, indica. Lo mismo piensan vecinos como Josefa Poo, Esther Coro, Aquilina Blanco, Tere Pandal, Baltasar Pandal o Anita Díaz, y segundos residentes como Avelino Álvarez y Ana Galán. Y hasta el hombre más señalado del pueblo, Miguel Rodríguez, catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad de Alcalá de Henares, que llegó a estudiar un año en la vieja escuela. Los vecinos piden además, que el Ayuntamiento impida a un segundo residente madrileño que cierre uno de los caminos públicos públicos de acceso a la escuela.